En campaña
Todos confían más en los escándalos del enemigo que en su propia capacidad de convicción, y basan su liderazgo en formatos televisivos progresivamente infantiles. Si el juego sucio es la consigna, la imagen es el mensaje

La columna de Almudena Grandes: 'En campaña'
01:26
Compartir
El código iframe se ha copiado en el portapapeles
Madrid
La campaña electoral ya está aquí y, en contra de algunos pronósticos, promete ser apasionante. Seis meses después del 20 de diciembre, el panorama es tan novedoso que parece mentira que, a nivel institucional, no haya cambiado nada. Mientras afilan sus armas, los grandes protagonistas del 26 de junio empiezan a exhibir sus estrategias.

JAVIER JIMÉNEZ BAS

JAVIER JIMÉNEZ BAS
Todos tienen mucho mérito. Algunos medios de comunicación han sido capaces de corregir la Historia de España, para que Venezuela abra los informativos como si fuera una provincia más de un imperio que nunca hubiéramos perdido. En ciertos juzgados, la lucha es igualmente encarnizada. Púnica contra Eres, y a ver quién puede más. Su diligencia es desde luego extraordinaria, asombrosa en un país que se caracterizaba, hasta hace sólo unos días, por la lentitud de los procesos por corrupción. Cada día amanecemos con un nuevo sobresalto, y eso sin olvidar a Cataluña. Mientras tanto, los políticos van al rebufo de los reportajes, de las sentencias, de las encuestas, prometiendo a diario lo que hace seis meses no prometieron e, incluso, lo que todo el mundo sabe que nunca podrán cumplir. Su debilidad es la principal amenaza a la que nos enfrentamos. Todos confían más en los escándalos del enemigo que en su propia capacidad de convicción, y basan su liderazgo en formatos televisivos progresivamente infantiles. Si el juego sucio es la consigna, la imagen es el mensaje. No tiene sentido recurrir a viejas fórmulas, ofrecer su palabra de honor, porque todos saben que su honor no vale mucho, y sus palabras, todavía menos.