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Desaparecidos en Malasia

Marta y David: “Nuestro destino era tener suerte”

Los supervivientes David Hernández y Marta Miguel relatan cómo vivieron los nueve días de naufragio en las costas de Malasia

Marta Miguel y David Hernández fueron rescatados por un pesquero vietnamita tras estar 10 días a la deriva en costas de Malasia. / Pablo Palacios

Marta Miguel y David Hernández fueron rescatados por un pesquero vietnamita tras estar 10 días a la deriva en costas de Malasia.

Madrid

Los españoles David Hernández, de 29 años, y Marta Miguel, de 30, que fueron rescatados el pasado 12 de mayo tras naufragar su embarcación en las costas de Malasia, relatan lo sucedido durante los nueve días que estuvieron a la deriva donde, a pesar de los momentos críticos, de incertidumbre e, incluso, desesperación, la esperanza y las energías no las perdieron en ningún momento. “Nuestro destino era tener suerte”, asegura Marta esta mañana en Hoy por Hoy con Gemma Nierga.

"Por el día el sol abrasaba pero las noches eran eternas"

16:54

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El pasado 2 de mayo los madrileños salieron a hacer una excursión en barco junto al dueño del resort en el que trabajaban en Borneo, Tommy Lam, y otra empleada del hotel, el pasado 2 de mayo. De regreso, sobre las 5 de la tarde, el mar estaba picado y a solo diez minutos del destino cayeron al mar. “Una ola vino de costado y nos tiró a todos al agua, el motor quedó girando hasta que la barca se volcó y quedó bocabajo. Por suerte llevábamos puesto el chaleco salvavidas”, recuerda Marta.

Tardaron casi dos horas en dar la vuelta a la barca –de unos cinco metros y medio de longitud– y conseguir subirse de nuevo. En un principio, comentan, se hicieron a la idea de que les tocaría pasar la noche allí pero confiaban en que a la mañana siguiente les rescatarían ya que se trata de una zona por donde cruzan muchas barcas a diario.

“No eres consciente del peligro al que te estás enfrentando. Actúas por inercia, comprobando que todo el mundo está bien, sin perder el tiempo en lamentaciones”, aseguran. El grupo se mantuvo unido en todo momento y creen que esa energía les unió para conservar las fuerzas y aguantar.

La pareja asegura que, aunque durante el día les abrasaba el sol, se entretenían buscando la manera de llegar a tierra, pero lo verdaderamente duro fueron las noches, que se hacían eternas y tenían mucho tiempo para pensar: “Los peores momentos eran no poder transmitir a la familia que estábamos vivos”.

Durante algunos días divisaban la costa pero el mar la tomó con ellos y cada vez les metía más para adentro. En una ocasión el jefe de los españoles decidió nadar hasta una isla cercana pero una aleta de tiburón les asustó y regresó a la barca.

Lo peor era no poder transmitir a la familia que estábamos vivos

En varias ocasiones vieron acercarse a algunos barcos pero estos no se percataban de su situación hasta que, al noveno día, un pesquero vietnamita les salvó. “No nos lo creíamos hasta que los marineros empezaron a hacernos señas y ya lloramos de alegría”. La odisea había terminado.

Además de resistir moralmente durante nueve días perdidos en alta mar, los españoles no perdieron en ningún momento el sentido del humor. Bromeaban con estar comiendo en un restaurante flotante y el menú, cuando lo había, consistía en algunos peces que merodeaban por la barca. “Siempre hay que sacar una sonrisa en cualquier circunstancia de la vida porque si no te hundes”.

La imaginación tampoco faltaba y Marta, inspirada en una película, logró conseguir algo de agua potable. “Con una bolsa de plástico duro a modo de cuenco y encima una bolsa de plástico normal, se evaporaba el agua y las gotas quedaban sobre la bolsa de arriba y podíamos mojarnos los labios”, explica.

David y Marta dicen que aún no han asimilado lo ocurrido, pero lo que tienen claro es que esta experiencia les ha unido mucho más como pareja. Constancia de ello son las sonrisas y miradas cómplices entre ambos: “He aprendido mucho de Marta, que es la persona con más temple que he conocido en mi vida”. Ella, por su parte, ha descubierto la enorme capacidad de David para resolver problemas y llevar un control de la situación. “Es un gran capitán de barco y cuando se saque la licencia solo montaré con él”.

Los dos aseguran que volverán a viajar por el mar porque este accidente no va hacer que le tengan miedo a los barcos.


 
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