Del 15-M a la nueva política

Madrid

El 15 de mayo de 2011 estaba leyendo periódicos, que es lo que hacemos los que estamos lejos de los sucesos importantes. Informarnos, ilusionarnos si procede. Ya sé que el 15-M nace contra las élites, por tanto también contra los medios de comunicación, o por lo menos los tiene bajo sospecha. Pero a los millones de personas que no somos de Madrid fueron algunos periodistas los que nos acercaron el movimiento, y esas noticias, esas imágenes, incluso las informaciones manipuladas y el desprecio de muchos, provocaron un efecto llamada entre gente que no era de Madrid y que terminó en Sol. Gente que quería ver aquello con sus propios ojos.

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A mí me parece muy difícil disociar lo que ocurrió el 15-M de lo que está ocurriendo hoy en la política española. Fue un caldo de cultivo que en cierta manera permanece vigente. Sí, el PP sacó mayoría absoluta ese año. Pero la indignación primero prendió en la calle. Y entre la calle y las instituciones había tanta distancia que no fue hasta tres años después, en las elecciones europeas, cuando empezó a sentirse su efecto. Un efecto ahora ya consolidado en todas las ciudades bien con Mareas, bien con Podemos, bien con Compromís, bien con confluencias o plataformas ciudadanas ajenas a estas marcas. Yo no quiero decir que se haya patrimonializado políticamente el 15-M, pero en el 15-M había un sentimiento de rechazo, de hartazgo, de protesta muy grande que ha encontrado en partidos que no existían entonces su manera de expresarse.

Se trata de una relación delicada la de la protesta que nace en la calle y la que entra en las instituciones. Hay una frase del concejal madrileño Guillermo Zapata que define bien la relación de la nueva política con el 15-M: “Si el 15-M sigue vigente, no lo represento. Si no sigue vigente, lo estoy representando". Hay otra frase más sintomática que en su día dijeron tanto María Dolores de Cospedal como Esperanza Aguirre, aquella de que si los indignados quieren jugar a la política, dejen las plazas y preséntense a las elecciones. Frase que luego se convirtió en que si quieren jugar a las protestas, dejen ustedes el Congreso y váyanse a las plazas. Peticiones en un partido en el que, más habitual que el trasvase calle-política, lo es política-comisaría.