Un Quijote para Puigdemont

Madrid

Antes de su reunión ayer con Puigdemont, el presidente del Gobierno regaló al de la Generalitat la segunda parte del Quijote. Se ha dicho que con mensaje. Un mensaje de Rajoy a Pablo Iglesias: una forma de reconocimiento. Y una manera de asumir un nuevo lenguaje, el de los obsequios con tic tac ideológico. Consiste en mandar primero el regalo a hablar por ti. De esta manera se marca territorio, por lo tanto no sé cuánto tiene de regalo y cuánto de recado. En cualquier caso no me gustaría estar en casa de Rajoy el día de Reyes si debajo del árbol en lugar de regalos me voy a encontrar indirectas.

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El regalo es valioso: un facsímil de la primera edición del Quijote. Es probable que incumpla la ley. No se puede hacer regalos a altos cargos políticos que superen, cito literalmente, "usos habituales, sociales o de cortesía". Tú cuanto te mudas a un barrio residencial automáticamente a los quince minutos aparece una psicópata con una bandeja llena de galletitas calientes para darle la bienvenida; nunca, si te fijas bien, te traen en una bandeja facsímiles de primeras ediciones, incunables o el brazo cocinado del manco de Lepanto.

Es verdad que se trata de la segunda parte, cuando el caballero de la triste figura llega a Barcelona, ve el mar, regresa a casa, recupera la cordura. Aquí entramos en uno de los problemas fundamentales del regalo como arte maquiavélico de hacer política. ¿Hasta dónde hay que interpretarlo? Es decir, Puigdemont y cualquiera entiende que esa segunda parte en la que se habla del Quijote y Cataluña tiene un significado, es natural, ¿pero hasta dónde? ¿Le está llamando tarado?

En cualquier caso no hay nadie con mejor puntería que la Casa Blanca. Es legendario el mensaje político enviado a la delegación española. Cuando Rajoy visitó a Obama le regaló tres facsímiles de obras de hasta 500 años de antigüedad: una carta que Vasco Núñez de Balboa envió al Rey Fernando El Católico; una biografía del descubridor y un mapamundi de la época. O sea, los lazos entre continentes. El regalo de Obama también tuvo carga política: le dio a Rajoy una cajita de chocolates M&Ms con el logotipo de la Casa Blanca y su firma del presidente de Estados Unidos. Como es un regalo, pasó automáticamente a Patrimonio Nacional.