Cuando cuerpo y mente van de la mano
Los niños se enfadan, se irritan y se estresan. Lo hacen como cualquier adulto. El yoga se ha convertido en una práctica, cada vez más extendida, que ayuda a los más pequeños a canalizar sus emociones
El yoga es una forma divertida para que los niños desarrollen habilidades en un entorno no competitivo, "les enseñamos a que no todo es competitividad y que todo lo hacemos bien aunque haya personas que tengan más capacidades", asegura Cristina, profesora de la escuela de yoga Lashala, en Alcorcón (Madrid).
EL YOGA QUE SIRVE PARA CANALIZAR LAS EMOCIONES DE LOS NIÑOS
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Los niños como los adultos se estresan, siente presión en el colegio, en los deportes. En ocasiones, incluso, se vuelven muy competitivos "a través de la respiración, a veces sin que se den cuenta, les enseñamos a canalizar todas las emociones. La ira, la frustración, los nervios... Emociones que pueden llegar a bloquearles", dice Cristina.
El yoga es una gran herramienta para combatir todo esto, no se forman opiniones en una clase de yoga sobre como el niño hace una postura o realiza un juego. Hacer una postura perfectamente no es la meta del yoga lo cual alimenta la fuerza interior y aceptación del niño. Se crea una atmósfera favorable para el desarrollo que anima a los niños a relajarse y divertirse mientras desarrollan fuerza, coordinación, flexibilidad, equilibrio conciencia corporal, mejor atención, enfoque y autoconfianza.
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Clase de yoga en la escuela Lashala, Alcorcón (Madrid) / A. Lopesino
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Clase de yoga en la escuela Lashala, Alcorcón (Madrid) / A. Lopesino
- BENEFICIOS DEL YOGA
"Aprendo a relajarme, me gusta porque me ayuda a concentrarme", dice Carla. Tiene 9 años y ya lleva tres practicando yoga. "Yo voy a ser paleontólogo e inventor, no sé si seguiré haciendo yoga de mayor, pero me gusta porque me divierto y me enseñar a estar tranquilo", explica Unai. Tiene 6 años, desde hace dos practica el yoga y nos confiesa que la postura que más le gusta es la del león que ruge.
Los niños aprenden mejor cuando se divierten, por eso las clases son muy activas. Cuentan historias, cantan, hacen posturas de animales, permitiendo a los niños aprender en un entorno multisensorial. "Yo practico yoga desde hace unos años. Decidí traer a mis hijos porque pienso que los beneficios que les aportan son muchos. Se concentran más a la hora de hacer los deberes, se calman cuando están nerviosos y especialmente cuando se enfadan siempre les digo que piensen un segundo y respiren". Ana es la madre de Alejandro, él tiene 9 años y también hace kárate. "Le traigo porque el yoga no es un deporte competitivo. A él le gusta y sí noto que le ayuda física y psicológicamente", asegura.
El yoga les beneficia a nivel físico y mental, pero también les muestra un valor fundamental para su desarrollo, el respeto. Aprenden a volorarse a sí mismos, pero también valoran el esfuerzo del compañero y aprenden a respetar el entorno, todo aquello que les rodea.