El sinvergüenza perfecto
España es una patria que queda muy bien encima de los televisores, en las cortinas, en los discursos y hasta en las arengas, pero es un país que se le queda pequeño al dinero
Palmeras salvajes: 'El sinvergüenza perfecto'
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Madrid
Es raro que no haya en los próximos días uno de esos estudios de la Universidad de Wisconsin que confirmen que cuanto más España se sienta dentro, más se necesita expresarlo fuera. Un estudio que analice ese patrón de conducta: si te está dando lecciones, las ha incumplido él primero. Si te dice cómo hay que salir de la crisis, es que te ha metido él. Si grita Viva España, está pensando Viva Panamá. Si defiende las privatizaciones, siempre ha trabajado de lo público.
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Un estudio que venga a dictaminar casi una nueva raza. O más bien una muy vieja. Porque en el caso que nos ocupa, el último de todos, este goteo comercial de nombres tan folclóricos, se confirma que España es una patria que queda muy bien encima de los televisores, en las cortinas, en los discursos y hasta en las arengas, pero es un país que se le queda pequeño al dinero. Como si de alguna manera existiese una proporción científica entre el nivel de patriotismo y las ganas de hacer patria fuera. Y quizás sea esto lo que más incómoda. La chapa. El proselitismo. Los sermones.
He entrevistado dos veces a Mario Conde. Un señor muy correcto y muy educado. Con un discurso brillante y articuladísimo. Le he escuchado decir que no soportaba la vocación de súbditos de los españoles; y defenderse como el primer indignado. Yo creo que cualquiera que coja en los últimos diez años en España el discurso público de nuestros detenidos y sus actividades privadas tiene, en el contraste, la proporción exacta del sinvergüenza perfecto. Su patrón oro.
Manuel Jabois
Es de Sanxenxo (Pontevedra) y aprendió el oficio de escribir en el periodismo local gracias a Diario...