Esa vergüenza consentida de los paraísos fiscales

Madrid

Hoy son los llamados 'Papeles de Panamá', pero una y otra vez los ciudadanos de a pie nos enfrentamos a la vergüenza de contemplar cómo la impunidad más absoluta ampara a los llamados paraísos fiscales. Todos los medios ya están aireando los nombres de esas listas ahora destapadas, así que no habrá que insistir en que se trata –en un buen número de casos- de puras argucias de meros cuatreros para evitar pagar los impuestos que les corresponden, y de los que ellos disfrutan obscenamente en ese estado del bienestar al que engañan.

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Pero dejen que este Ojo vaya al fondo del asunto, que no es otro que constatar que son las autoridades mundiales, incluidas naturalmente las europeas, quienes no solo consienten, sino que hasta miman, a esos países en los que todo el mundo sabe que se esconden miles de millones ilegítimos. Cuentas en bancos presuntamente honorables ocultos en sucursales de Estados corruptos. ¿Alguien hace algo con las Islas Vírgenes o Panamá, pero sin irnos tan lejos, con Andorra, Gibraltar y, por supuesto, con Suiza? Porque, ¿dónde estaban los dineros de Bárcenas, de Marjaliza o Granados sino en los bancos helvéticos? Pregunten a cualquier experto –aquí no tenemos tiempo de explicarlo- por el llamado doble irlandés con sándwich holandés, ejemplos meridianos de cómo la hipócrita Europa participa alegremente en todos estos desmanes.

¿Indignados? Enfurecidos. Estamos enfurecidos.