Si esto es una guerra, es una guerra mundial

Madrid

Reflexiones a pie de página del relato un tanto atropellado que hacemos de los atentados de Bruselas. Bélgica necesita ayuda, las autoridades de ese país han demostrado, también esta vez, una evidente falta de preparación para luchar contra el terrorismo yihadista. Turquía detuvo y deportó a uno de los terroristas de los atentados de ayer en julio del año pasado, avisó al gobierno belga que lo dejó en libertad.

En algunos ámbitos, Europa es un proyecto de cartón piedra cubierto de buenas intenciones. Desde el ataque a la redacción de Charlie Hebdó, los gobiernos han urgido a la adopción de medidas que mejoren la lucha contra la amenaza terrorista. Nada se ha hecho. Las apelaciones a la unidad han resultado huecas. Los recelos han terminado por ser paralizantes. Que el presidente de la Comisión Europea pida hoy construir la Unión Europea de la seguridad es una confesión.

No seamos ingenuos. Quieren matarnos y volverán a matarnos. Seguiremos expuestos a su fanatismo, a la radicalización, al desprecio por su propia vida, al deseo de venganza adherido a sus huesos y a nuestra incapacidad para seducirles desde nuestros valores.

Desde los atentados de París del pasado 13 de noviembre, los grupos yihadistas han cometido cientos de atentados con cientos de muertos. La mayor parte de la sangre derramada no era europea ni cristiana. Si esta es una guerra, es una guerra mundial. El terrorismo atenta contra valores básicos, sea cual sea el continente, estén o no normativizados bajo la forma de una democracia. Los terroristas arrebatan la vida, arrancan la libertad, arrasan los derechos humanos de cristianos, musulmanes, ateos o descreídos.

Cerrar la puerta a los refugiados no es cerrar la puerta a los terroristas, es tapiar nuestra dignidad.

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