La legión perdida
Santiago Posteguillo acaba de publicar la tercera entrega de su trilogía sobre el emperador Trajano. La legión perdida (Planeta 2016) nos hace viajar al extremo oriental del Imperio romano para descubrir lugares recónditos que nos los propios soldados imaginaron nunca antes.
Madrid
En el año 53 a.C. el cónsul Marco Licinio Craso, al mando del ejército de Oriente, cruzó el río Éufrates para conquistar un vasto y rico territorio. El propósito que perseguía con ello, era el de equipararse en prestigio y logros a sus compañeros del triunvirato, César y Pompeyo. Sus siete legiones fueron destrozadas en Carrhae (norte de Mesopotamia), la actual Harran. Craso fue muerto y una legión entera cayó prisionera de los partos. Nadie sabe a ciencia cierta qué pasó con aquella legión.
Esta es la fuerza motriz que impulsa y alienta con extraordinaria fuerza la última novela sobre la trilogía de Trajano. La legión perdida enfrenta sueño y pesadilla de un pueblo y su emperador. Pulso magistral en un juego de espejos situados en el espacio y en el tiempo, que hace de ella el mejor colofón posible a dos novelas de impactante espectacularidad.
SER Historia: La legión perdida (13/03/2016)
54:23
Compartir
El código iframe se ha copiado en el portapapeles
Una legión mítica
La legión perdida, es igualmente el final de un hermoso reto literario convertido en realidad, a través de tres novelas creadas con el espíritu de un arquitecto de lo imposible, como Apolodoro de Damasco, la disciplina del mejor legionario, y el valor creativo de un autor que combate siempre por la gloria.
“A veces tenemos un sueño, pero para conseguirlo en ocasiones hemos de enfrentarnos con pesadillas. Y esto es lo que exactamente tiene Trajano al final de su reinado: conquistar Partia. Conquistar Oriente. Lo que había logrado Alejandro Magno, lo que habían intentado otros. Pero este sueño se enfrenta a la pesadilla del recuerdo de la Legión perdida, que al final se acaba apoderando de la historia, porque ese es el fantasma que persigue Trajano”.
Craso cruza el Éufrates con siete u ocho legiones y los partos lo masacran. Un desastre que queda para la historia como el craso error. Un desastre que se acrecienta cuando Marco Antonio lo vuelve a intentar unos años después y fracasa también.