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La llamada de la historia

Gonzalo Torrente Ballester

La llamada de la historia: Gonzalo Torrente Ballester

La llamada de la historia: Gonzalo Torrente Ballester

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Madrid

Cuando yo era periodista, estaba muy mal visto publicar un libro o tener un coche. Esto ha cambiado totalmente. Yo me hice escritor sin importarme el qué dirán y lo del coche…bueno, en uno solo no me cabían todos los chicos. Tuve once hijos. Cuatro primero y siete con mi segunda mujer.

Los hijos, la vida, las clases, los premios…nada cambia las costumbres cuando de verdad están arraigadas. Mis modos de escritor eran sencillos: primero, la merienda, luego, un whisky largo y las horas de escritura. Mis horas de trabajo. Las que fueron primero frente a un papel en blanco y luego, debido a mis problemas de vista, a través del dictado. Algo que aunque parezca sencillo, no es lo mismo. El resultado no es el mismo. Aunque uno quiera y pretenda.

Tenía 86 años cuando reflexionaba todas estas palabras frente a una periodista que me entrevistó en mi casa de Baiona cuando estaba escribiendo un cuento infantil. Cuando ya las moiras asomaban pero yo no las veía.

Fotograma de la serie de TVE &quot;Los gozos y las sombras&quot;, basada en la trilogía homónima de Torrente Ballester

Fotograma de la serie de TVE "Los gozos y las sombras", basada en la trilogía homónima de Torrente Ballester / cadena ser

Fotograma de la serie de TVE &quot;Los gozos y las sombras&quot;, basada en la trilogía homónima de Torrente Ballester

Fotograma de la serie de TVE "Los gozos y las sombras", basada en la trilogía homónima de Torrente Ballester / cadena ser

La Marina ya no me quiso por mis gafas. Los problemas de vista no eran de mayor, venían de lejos, de atrás. Aunque no pude hacer carrera militar, sí pude ser un lector voraz. Tanto es así que cuando falleció mi abuelo, me regalaron como duelo y consuelo un ejemplar de El Quijote. Después de leerlo concluí que todos los escritos que había hecho hasta entonces debían arder tipo hoguera de San Juan. No valían de nada. Llegaron a mí las palabras de Nietzsche, Proust, Unamuno, Ortega y Gasset…Oviedo, Madrid…las tertulias…Lo que siempre se cuenta y lo que siempre contamos los escritores.

Uno se va haciendo según va leyendo, según va escuchando, según va viviendo…porque las historias de los libros no son más que experiencias de la memoria mezcladas con una buena dosis de imaginación. Pero para escribir hay que vivir, si no, no sale nada porque nada hay.

Colaboraba con un diario anarquista que enseguida cerró y me afilié al Partido Gallegista. Todo esto lo cuento porque en el 36, tras ver cadáveres y escuchar a mi padre contarme que habían matado a muchos de mis amigos, decidí afiliarme a la Falange. Aunque no hemos venido aquí a hablar de política, entiendo. Pero forma parte de la vida, de la obra y de la imagen que se construye de un escritor.

Mi primera novela llegó en el año 1943 pero fue censurada. Lo que vino luego fue una suerte de traslados de universidades e institutos, viviendo como docente y escritor, de un lado a otro y las distintas publicaciones.

En mi vida personal la cosa fue también compleja y cambiante: muertes, un nuevo matrimonio y un manifiesto en defensa de los mineros asturianos a medio camino entre lo personal y lo profesional porque me costó mi puesto de trabajo.

Las traducciones y las columnas de prensa llegaron enseguida. Lo de Estados Unidos no es nada al lado de los veinticinco años que vivimos en Salamanca.

Me gustaría hablar eso sí, de la E mayúscula. Fue mi sillón. Entrar en la RAE es algo que no debería pasar por alto en una biografía. La farándula también es agradable de contar porque se emitió en los ochenta en Televisión Española una serie de gran éxito basada en una trilogía de libros escritos por este que habla. Y una obra de teatro fue representada basándose también en mis palabras.

La sucesión de honores posteriores es fea para narrar en una madrugada tan agradable. Son premios maravillosos que me llenaron de orgullo pero no es cuestión de ponernos con eso ahora.

Yo, que viví gracias a la palabra, estoy haciendo ahora una narración oral de las que tanto aprendí, que resultó la base fundamental para todo lo demás, que no son más que las maravillosas narraciones orales gallegas de comienzos del siglo veinte. No pude ser marinero, pero pude escuchar sus historias.

En cualquier caso…ninguna novela me dio tanta satisfacción como el ver crecer sano a cada uno de mis hijos.

Adriana Mourelos

Adriana Mourelos

En El Faro desde el origen del programa en 2018. Anteriormente, en Hablar por Hablar, como redactora...

 
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