Felipe es una voz en off

Madrid

Hay un par de maneras de escuchar la voz de Felipe González en la entrevista que hoy publica ‘El País’. La primera de ellas es como Primitivo Rojas en ‘El precio justo’, cuando la voz en off anunciaba premios como el coche o los viajes. Esa voz de Primitivo está en todas partes: en cuñas de radio, por ejemplo, y anuncia estaciones de metro en el sur de Madrid. Si se lee con especial cuidado la entrevista a Felipe, se comprueba que el expresidente, a su manera, también promete viajes exóticos en un concurso y termina anunciando que la próxima bajada es Arganzuela.

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Para la política española es preferible que se escuche no como el legendario Primitivo sino como la voz que resuena en la casa de ‘Gran Hermano’, lo que se llamaba El Súper. Es decir, alguien que te lleve al confesionario y con el que te puedas desahogar. Una presencia que sea como la de la madre de Woody Allen en aquel cortometraje en que ella ocupaba directamente el cielo.

En este momento de negociaciones, de pactos, la voz de Felipe Gonzalez puede ser una voz de autoridad. Hay varios tipos de autoridad: la que se ejerce políticamente porque se tiene el poder y la que se ejerce familiarmente porque se ha perdido el poder, pero aún se tiene ascendencia. Antes de que yo cumpliese trece años mi madre mandaba políticamente en casa; hoy en día está, como si dijéramos, en el Senado.

Hoy en día la voz de Felipe es una voz en off: eso siempre causa mucha impresión, porque así le hablaba Dios a Abraham cuando le dijo que sacrificase el hijo y luego le dijo que era coña. Que es un poco lo que está pasando aquí, pero más en serio, al fin y al cabo Felipe no se anda con las mismas ligerezas que Dios.