¿Rajoy?
Estamos ya en tiempo de descuento y los propósitos del presidente en funciones siguen siendo un misterio. Su repetido discurso de que hace falta estabilidad no va acompañado de una propuesta de España
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Madrid
El rey recibe hoy a Albert Rivera y mañana termina con Pablo Iglesias, Pedro Sánchez y Rajoy las consultas previas al trámite de encargar a un candidato que se someta a la investidura como presidente. Consultas que se producen en una situación inédita. Nunca antes al jefe del Estado había recibido a los partidos sin que el más votado en las elecciones tuviera mayoría suficiente para ser investido. Una situación que desata estos días toda clase de especulaciones porque la Constitución no establece que obligatoriamente el Rey tenga que realizar el encargo al candidato con más votos en la jornada electoral. Algunos miembros de la dirección del PP cuestionan incluso, en conversaciones con esta redacción, la conveniencia de que Rajoy se someta a una votación que sabe que va a perder.
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Pepa Bueno
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Pepa Bueno
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En cualquier caso, pasan los días y seguimos sin saber qué alianzas trata de tejer el candidato popular que exhibió desde el minuto 1 del 21 de diciembre sus 122 diputados como la evidencia de que a él le correspondía formar gobierno. Pero sólo con sus 122 diputados no sale adelante en una democracia parlamentaria. Rajoy gobernó por decreto durante los cuatro años de mayoría absoluta, sin sentirse tampoco en la obligación de contar con el resto de los representantes de los españoles para leyes tan fundamentales como la de Educación o la de Seguridad, la llamada Ley mordaza. Y ahora la contorsión que representa escucharlo a hablar de acuerdos, pactos y consensos carece de la mínima credibilidad a la hora de buscar aliados.
Estamos ya en tiempo de descuento y los propósitos del presidente en funciones siguen siendo un misterio. Su repetido discurso de que hace falta estabilidad no va acompañado de una propuesta de España, de la España del 2016 con sus retos y problemas de ahora, un calendario de reformas y una oferta concreta a aquellos a quienes debería pedir su voto. Más bien al contrario. Igual que volvió de su huida de los debates dando estopa a los demás acusa ahora al resto de la inestabilidad y el desconcierto que él fomenta con su inacción y su silencio.