Vitalidad política
La nueva legislatura nace con una vitalidad, fuerza y emoción que hacía tiempo que se había dejado de apreciar en las Cortes. Todos los grupos políticos parecieron compartir ayer ese nuevo aire de diligencia que tanto se echaba de menos
Madrid
La nueva legislatura que se inició ayer en el Congreso de los Diputados nace con una vitalidad, fuerza y emoción que hacía tiempo que se había dejado de apreciar en las Cortes. Entre otros, han entrado en el Congreso algunos que hace todavía poco tiempo se manifestaron frente a sus puertas, reclamando más representatividad y actividad política. Es una excelente noticia que ahora estén dentro. De hecho, todos los grupos políticos parecieron compartir ayer ese nuevo aire de diligencia que tanto se echaba de menos.
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La anécdota fue la presencia de un bebé, un hijo de la diputada de Podemos Carolina Bescansa, que quiso resaltar así las dificultades de la conciliación familiar para las mujeres. Nada que criticar, desde luego. El bebé, además, es muy rico y soportó admirablemente horas de ruidos, manoseos, timbrazos e incomodidades, sin ponerse nervioso ni llorar.
A las mujeres dedicó también el nuevo presidente del Congreso una parte de su discurso, al reclamar unidad de acción contra la violencia machista, que ayer mismo produjo una nueva víctima.
Donde las cosas son más complicadas de lo que parece es en el Parlamento catalán. En contra de lo que dije ayer yo misma, sí que existe una norma legal que obliga a todos los cargos públicos a tomar posesión prometiendo o jurando fidelidad al Rey y lealtad a la Constitución. Quiere decirse que, con mucha probabilidad, se puede impugnar el acto de toma de posesión del nuevo presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, que no juró el cargo en esas condiciones y que podría no ser considerado presidente hasta que repitiera correctamente el acto en cuestión. Veremos.
Soledad Gallego-Díaz
Es periodista, exdirectora del periódico 'EL PAÍS'. Actualmente firma columnas en este diario y publica...