El puñetazo de Pedro Sánchez
Hoy quería considerar que Pedro Sánchez ya ha comenzado a recorrer el conducto reglamentario para ser presidente. Ya se ha puesto en el sitio y ha recordado que ese sitio es suyo
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Madrid
Yo no sé si Pedro Sánchez llegará a ser presidente del gobierno, pero por de pronto ya ha dado el primer paso en ese viaje iniciático que España impone a quien quiere serlo, ese puñetazo sobre la mesa, ese golpe de orgullo para enfrentarse a quien le ningunea.
Salvo Felipe González, para que no haya regla sin excepción, todos nuestros presidentes han tenido que ponerse bravos para sacudirse la capa de desdén con que la sociedad les cubría. Recuerden: Suárez, un hombre tan vulgar, sin preparación; Aznar, un político menor, sin carisma; Zapatero, tan poquita cosa; Rajoy, un oficinista que solo lee el 'Marca'. Con Pedro Sánchez se iban cumpliendo también estupendamente las exigencias del guion, pues estaba siendo desdeñado de la forma adecuada por todos. Yo me incluyo. No hace ni quince días yo le calificaba de frío, de político con alma de pez.
En cumplimiento del proceso tradicional, el ninguneado dio ayer el puñetazo reglamentario de la emancipación. En contra de la opinión de muchos y muy importantes sectores y personalidades de su partido, Sánchez cerró todas las puertas al PP. Ni con Rajoy ni sin Rajoy, ni con apoyo directo ni con abstención, ni en la primera vuelta ni en la segunda ni en ninguna. Y se ofreció a explorar las posibilidades de constituir un gobierno progresista y de cambio, que cree que es lo que la sociedad demanda. Como remate, marcando territorio, recordó a Susana Díaz que es él, secretario general del PSOE, el que establece la línea del partido.
Veremos qué es lo que pasa, qué ocurre con la reunión del comité federal del lunes. Si logra o no esas combinaciones que busca. No sé si saldrá adelante o no. Hoy quería considerar que Pedro Sánchez ya ha comenzado a recorrer el conducto reglamentario para ser presidente. Ya se ha puesto en el sitio y ha recordado que ese sitio es suyo y solo suyo, y ha despejado ninguneos y sombras titulares.