Obligaciones de un votante

Madrid

Somos pasto del populismo electoral. No hay campaña en la que no nos traten como un conjunto de voluntades manipulables, dúctiles, maleables a golpe de promesa más o menos deslumbrante. Y quizá tengan parte de razón, quizá lo hagan porque no nos resistimos, porque permitimos que crean que nuestro voto se riega a manguerazos de promesas con titulares efectistas y sin más desarrollo que el del propio titular.

Hoy el presidente del gobierno ha prometido que si repite, eximirá de pagar el IRPF a dos grupos de población: a los mayores de 65 años que decidan seguir trabajando y durante un año a los jóvenes que consigan su primer contrato. Pero ¿cuál sería la utilidad de esta medida, cuánto ahorraría a la seguridad social, cuántas personas se verían beneficiadas, cuántos de los jóvenes que consiguen un primer contrato cobran más de 12 mil euros el primer año, de verdad le merecerá la pena a una persona seguir trabajando y no jubilarse por lo que se ahorrará en el IRPF, acaso eso no beneficia sobre todo a quien más cobra, cuánto dinero dejaría de ingresar el estado por esos impuestos que no se pagarían?

El derecho al voto debería ir acompañado de un buen puñado de obligaciones. Deberíamos desarrollar un sentido crítico que nos provocara más dudas que certezas; deberíamos hacer preguntas, muchas, y exigir respuestas, todas las respuestas cuando se quieren ocultar; deberíamos resistirnos a dar por buenas las promesas oportunistas, los juegos de malabares con los programas mutilados que se van completando entre mítines y encuestas; deberíamos sospechar, en fin, cuando abren sin pudor la subasta.