Frente común: ¡Proteger a los mayores!
Madrid
Esta semana he leído algunas recomendaciones para los mayores, como el uso de calefacciones seguras, aumentar la ingesta de proteínas, o evitar los cambios bruscos de temperatura. Está muy bien. Pero yo creo que los mayores tienen otros muchos puntos débiles que vienen de largo y que conviene ir atajando con celeridad. Mucho más cuando, como se dijo en unas jornadas recientes celebradas por Adicae, la asociación de usuarios de banca, cajas y seguros, “el 80% de los mayores ayudan a sus familias”. Por eso me gustó que en las mismas jornadas los expertos hablaron de convertir al mayor en un consumidor “activo, crítico y con voz propia”.
Está muy bien lo de hacer un frente común en el que Imserso, asociaciones de mayores, asociaciones de consumidores y administraciones, de ámbito nacional, autonómico y local, deben buscar mecanismos de ayuda y de protección a nuestros padres. Más concienciación y más información, vale. Pero nuestros mayores necesitan que estemos mucho más pendientes de ellos y que cuajen acuerdos con muchos sectores de nuestras sociedad, incluidas empresas, para evitar que la más pura carroña siga abusando de ellos.
Ofrecerles seguridad redundará claramente en su salud, hoy quebrantada también por una desazón permanente fruto de los engaños de que son o pueden ser víctimas. Y llevan toda la razón.
Estamos cansados de ver a los mayores como víctimas de una sociedad consumista en la que las guerras comerciales, las nuevas tecnologías, la falta de escrúpulos de ciertos comerciales – no vigilados desde las empresas - y el escaso control de los servicios de consumo propician demasiados abusos de los que son las principales víctimas. Como todos los colectivos, sí, pero acrecentados.
Es obvio que son y han sido los principales perjudicados de fraudes como las preferentes, confiados en muchos casos en su banco de siempre; y no son pocos los que también fueron “cazados” por la estafa de los sellos ( Forum y Afinsa), donde también perdieron su dinero en manos de cuatro empresarios sin escrúpulos. Ningún mecanismo de control evitó estos fraudes/engaños/estafas.
Pero no hace falta irse a estas inversiones y quienes pudieron llegaran a ellas. También en el día a día hay gran cantidad de ejemplos que denotan claramente el papel que algunos buscan en ellos y la indefensión de que son víctimas.
Se les ofertan productos telefónicos que no necesitan, como llamadas y acceso a internet ilimitados; les ofertan cambios de compañías de luz o de gas con medias verdades y, en muchos casos, comerciales que solo piensan en su comisión les cambian de compañía con engaños y hasta sin su consentimiento; les colocan tarjetas “oro” con altas comisiones; continúan siendo víctimas de ventas tan indignas como las enciclopedias o libros de todo tipo, aderezados de regalos que no valen ni para las tiendas de todo a un euro; o de artilugios para el hogar de dudosa eficacia, por los que llegan a endeudarse, sin realmente saberlo, en cantidades que pueden llegar a ahogarles financieramente; sin olvidar la falta de información que reciben, como limitaciones o exclusiones cuando contratan un seguro, o cuando después de estar pagando años y años son “desalojados” con tarifas inasumibles por su economías modestas. El decálogo de abusos desgranado por Adicae podría duplicarse o triplicarse perfectamente.
Ponerlos bajo la lupa de protección de sus derechos, poner un paraguas legal que evite tantos abusos y maltratos debe ser prioritario. Veremos si algunos sectores directamente implicados están por la labor…