Hace justo una semana

Madrid

Hace justo una semana, a esta misma hora, teníamos el corazón encogido sin saber todavía la verdadera dimensión de los ataques de París. Era un viernes por la noche y todos nos imaginamos sentados en la terraza de un restaurante, asistiendo a un concierto o a un partido de fútbol. Todos nos vimos reflejados en el pánico de los parisinos, aunque nunca antes nos habíamos visto reflejados en el pánico de los iraquíes, de los sirios o de los libaneses.

A medida que avanzó la noche le fuimos poniendo cifras a las víctimas, y fuimos conscientes de que el terrorismo había golpeado otra vez al corazón de Europa, en pleno centro de París. Y llegó el fin de semana, y los parisinos intentaron recuperar una extraña normalidad, y fuimos conociendo detalles de los ataques y empezamos a conocer la respuesta de las autoridades francesas. Escenificación de contundencia, la policía impecable con la operación que acabó con la célula terrorista, incluido el cerebro de los ataques, pero la política más cuestionable. Ataque inmediato sobre posiciones de Isis en Siria, estado de emergencia en todo el país, ampliado hasta tres meses, advertencias de posibles ataques químicos y bacteriológicos, petición de ayuda a los socios europeos, todo sintetizado en una frase que François Hollande se ha encargado de repetir y repetir. Francia está en guerra.

Ha pasado una semana y con todo lo que ha pasado los parisinos, y con ellos los europeos nos sentimos menos libres, más vulnerables, con más miedo, y con muchas menos certezas. Los terroristas intentaron acabar con la libertad de los franceses y ellos sobreponiéndose al miedo luchan contra ello. Otra cosa es la libertad que acabarán recortando los dirigentes europeos en favor de una seguridad que tampoco es tan cierta.