Carmen y Neia, dos historias de inmigración y salud emocional
Carmen y Neia, dos historias de inmigración y salud emocional
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Madrid
Carmen, mujer de 41 años, madre, esposa, hija, hermana y ahora también abuela. Vivía en Santa Cruz, Bolivia, donde trabajaba en una clínica dental, y preocupada por su delicada situación económica, compartió con su marido un deseo:
Una amiga de este familiar le aseguró un trabajo en Madrid en una vacante como servicio doméstico, y gracias a que su cuñada le prestó el dinero para comprar el billete de avión, pudo volar:
Recuerda que, según salió del aeropuerto, fue directamente a la casa que sería su primer trabajo. Desde aquel día, ya han pasado casi once años. En todo este tiempo, parte de sus energías las ha destinado a regularizar su situación, proceso que duró cuatro años, y posteriormente, insistiría en conseguir la reagrupación familiar con la menor de sus dos hijas. Con una paciencia admirable, superó este proceso que se alargó otros cuatro años debido a que la administración le denegó la solicitud hasta en tres ocasiones, la última argumentación fue su declaración de la renta:
En su día a día, Carmen es una fervorosa creyente y dedica el tiempo libre de sus mañanas a acompañar a enfermos en hospitales; además hace radio en la comunidad en la que colabora. Así disfruta de su nueva vida en Madrid, junto a la familia, y nos cuenta, con un sol cenital que le obliga a cerrar aún más sus rasgados ojos, lo diferente que es esto de aquello.
Pero no solo resalta la parte material: "Aquí me he superado como persona, como madre, como mujer… En todos los aspectos aquí me he superado, en todas las áreas de mi vida: tanto en la material, en la espiritual, como persona… He conocido cosas de mí que antes no las hubiera pensado conseguir..."
Desde la ciudad de Cuiabá, en el estado de Mato Grosso, Brazil, llegó Neía. Tiene 32 años y aunque pensaba quedarse en Madrid solo un año, ya lleva once.
En Brasil había trabajado limpiando, cuidando niños y de secretaria en una pequeña empresa, pero ahora se dedica exclusivamente al servicio doméstico de cuatro casas, tres de ellas fijas, por las que gana poco más de 900 euros. Escuchando la velocidad con la que habla, nadie diría que el idioma fue un problema para ella.
En su proceso para regular la documentación, en la historia de Neia también fue clave la implicación de sus jefes:
Una valor que caracteriza a las personas migrantes es la paciencia, sobre todo con la burocracia. Durante años hay que entregar documentos, hacer visitas a diferentes registros, pagar las compulsas, traducciones... y aún así no está garantizado que se consiga el objetivo a la primera. A diferencia de Carmen, Neia tuvo un niño estando ya aquí, pero esa criatura, que ya tiene seis años, aún no es español.
Ambas mujeres, al unísono coinciden en lo que más extrañan: la familia.
Esas familias que fueron un motivo más para enfrentarse al miedo de volar por primera vez y llegar a un país donde no tenían nada más que empezar de cero. Carmen sí puede permitirse enviar dinero a su familia en Bolivia, pero Neia tuvo que dejar de hacerlo cuando nació su pequeño, y eso le hace sentir inquieta. Por suerte, aquí está acompañada de su madre, y los tres consiguen salir adelante con poco más de 900 euros, a pesar de ello, valora la calma que respira en España.
Para sobrellevar a historias de vida como estas, hace falta ser muy valientes y tener una mente sana. En la Fundación ACOBE, las trabajadoras sociales y laborales, junto con la colaboración de una psicóloga, están llevando a cabo unos talleres de salud emocional para hombres y sobre todo para mujeres. María Jesús de la Morena, trabajadora laboral de ACOBE, nos describe objetivo principal:
El objetivo es que la mujer se encuentre bien, se encuentre a ella misma para tomar las riendas de su vida, que muchas veces están muy perdidas.
Reconocer las debilidades de una mismo no es sencillo. De hecho, con lo que se están encontrando estas profesionales es que a los inmigrantes le cuesta muchísimo salir de sus preocupaciones, de la urgencia de encontrar trabajo para las remesas, de los extensos horarios laborales y esto tiene como resultado problemas en la salud física como el estrés y las crisis de ansiedad, y además problemas en la salud emocional por no encontrar tiempo para la vida social, y mucho menos para la vida interior.
Aunque el dinero no da la felicidad, sí ayuda, sobre todo en estos casos. Pero lo que es fundamental para que la salud corporal sea óptima, es que estemos a gusto con nosotros y nosotras mismas. Por ello, María Jesús insiste en que deben aprender:
Y con esto llegamos al final del camino de este universo paralelo de hoy: rescatamos los aprendizajes de nuestras protagonistas, de quien seguro también nosotros hemos aprendido. Mientras que Neia habla desde la practicidad y dice que lo que ha aprendido en españa es cocinar y el idioma.
Carmen, sin embargo, es más mística, casualmente muy parecido a lo que nos decía anteriormente María Jesús: "He aprendido a valorar a las personas, el tiempo, a organizar mi tiempo, a no desperdiciarlo… y que hay mucha gente que necesita y que todo lo que yo tengo y puedo dar, lo estoy dando y lo doy. Es mi aprendizaje y todos los días puedes aprender cosas mejores".