Busquémonos entre las piernas
La Tana, el 'alter ego' de Celia Blanco, sigue empeñada en pecar y esta vez ni siquiera necesita compañía
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Getty Images
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Madrid
Qué suerte tienen los hombres de tener tan a mano lo que guardan entre las piernas. Ya imagino el susto ese día, al cogérsela para mear, cuando descubren que aferrando el tronco con las dos manos, apretando un poco de arriba abajo, un latigazo recorre su espalda. ¡Ay qué rico! Con suerte, llegados a la adolescencia perfeccionan la técnica. Los más valientes se reúnen con otros para rizar aún más el rizo, para debatir sobre las posibilidades, para darse consejo, para acariciarse mutuamente y afortunados ellos, ni siquiera tienen que rendir cuentas. Qué suerte tienen los hombres de conocerse y reconocerse sin que nadie les juzgue por ello.
Sólo echo de menos no ser un hombre las noches de espantos visitando algún que otro baño. A cambio me permití el lujo de descubrir cómo quiero que me toquen, dónde me gusta que me laman, cuál es mi triángulo de las bermudas en el que todos mis males se volatilizan.
Yo también quiero mis escalofríos.
Busquémonos entre las piernas y acariciémonos. Sintamos cómo es la piel que envuelve lo que más queremos; dejemos que se desee. Seamos justos y pecadores todo a la vez. Justicia divina la de que no haga falta que esté acompañada. Exceso o defecto en cualquier aspecto que alguno llenará de religiosidad para que no me dejen entrar en el cielo.
Que me esperen San Pedro y todos los demás santos, ni en su purgatorio conseguiré la salvación. No pienso prescindir del chorro de la ducha entre mis piernas con el que me despierto cada día. Me niego a dejar de besarme una y otra vez por mucho que otros vengan a hacerlo. Volveré a mojar mis dedos y a tocarme todas las veces que haga falta, aferraré yo con mis propias manos todas las vergas falsas que me permita la intuición hasta que sacien mi hambre, mi delirio, mi perdición…
Si esto me lleva al infierno, bienaventurado sea. Rodeada de todos los que pecaron en sus propias carnes no necesito ninguna redención.