Héroes tras el Estrecho
Pepe Castilla y Elena Amilibia son dos de tantos héroes anónimos que trabajan en el Estrecho
Madrid
Catorce kilómetros y medio. Esa es la distancia entre Europa y África en su punto más estrecho. Catorce kilómetros y medio que pueden marcar la diferencia para la educación y las oportunidades de miles de niños. Catorce kilómetros y medio de diferencias que el biólogo onubense Pepe Castilla pudo comprobar en su viaje a Tetuán, al norte de Marruecos.
Un país donde, según Amnistía Internacional, cada día 10 niños son abandonados, de media. Y hasta allí, hasta Marruecos, Pepe Castilla fue con la intención de enseñar. Pero al volver se dio cuenta de todo lo que había aprendido. Durante varias semanas se ocupó de cuidar, enseñar y jugar con los niños de un orfanato de Tetuán.
Eran niños en su mayoría abandonados por sus familias porque no podían hacerse cargo de ellos, por miedo al rechazo social. Muchos de ellos eran fruto de violaciones y a algunos los habían abandonado sus padres por tener una parálisis cerebral. Y como creía que no se lo merecían, Pepe decidió poner todos sus esfuerzos en transmitirles el mayor cariño que le fuera posible.
Eran acciones sencillas, como enseñarles español, organizar juegos, darles pinturas para dibujar. Pequeños gestos que hacían tan felices a los niños, que le hacían replantearse el estilo de vida de prisas que reina en las grandes ciudades.
En el tiempo que Pepe pasó con más de una decena de niños marroquíes, entabló especial amistad con un pequeño con una parálisis cerebral a quien su familia había abandonado. Pepe le ayudaba a moverse, hablaba con él y el pequeño se lo agradecía con tiernas miradas y peticiones de besos.
Un aprendizaje al que llegó con la compañía de los niños, pero también de otros voluntarios, como la psicóloga Elena Amilibia. Ella no sabía lo que se iba a encontrar, pero lo que descubrió fue la oportunidad de ensanchar su mirada, romper barreras, tocar una realidad muy diferente a la que está al otro lado del estrecho. Pepe Castilla y Elena Amilibia son dos de tantos héroes anónimos, aunque no suficientes, que tratan de hacer frente a la injusticia de los 14 kilómetros y medio que separan los dos continentes.
Pero estos jóvenes voluntarios en Marruecos no se consideran héroes. Para ellos, los verdaderos héroes son esos chicos huérfanos que hacen frente con una sonrisa a los golpes que, desde tan pequeños, les ha dado la vida. Niños que lo agradecen todo.