El señor López y la señora Cifuentes

Madrid

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, aseguró ayer que tendrá tolerancia cero con la corrupción. Es un compromiso que se debe agradecer y, sobre todo, reclamar porque la Comunidad de Madrid, bajo la dirección de sus predecesores Esperanza Aguirre e Ignacio González, ha alimentado dos enormes tramas de corrupción, la Gürtel y la Púnica. No basta con prometer que no se actuara de manera corrupta: la señora Cifuentes sabe perfectamente que la mejor manera de luchar contra la corrupción es no permitir que quede impune. Así que no hay compromiso que valga si no incluye la plena colaboración para encontrar y denunciar a los culpables de los escándalos que han sacudido esta comunidad. Eso implica cambiar el funcionamiento de las instituciones madrileñas que no detectaron, o que directamente ocultaron, esas tramas, realizar auditorías profesionales en los ayuntamientos de la Comunidad y favorecer los debates sobre esos procedimientos en la asamblea de Madrid.

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Y aun así la señora Cifuentes se enfrentará a la desconfianza de unos ciudadanos hartos de complicidades. Una desconfianza justificada cuando se conoce que el magistrado ponente del tribunal que enjuiciará la Gürtel será don Enrique López, de infausta memoria. El periodista Ernesto Ekaizer escribió ayer en El País una carta recordando una sentencia de un tribunal inglés de 1923 que estableció que no solo se debe impartir justicia; “también se debe ver que se imparte justicia” y solicitando al señor López que se retire voluntariamente de ese tribual. La señora Cifuentes debe comprender que el tema le afecta también a ella en grado sumo.