Un poeta que superó su propia muerte
Un portugués que se enamoró de Pilar del Río y de Lanzarote
Madrid
Escribía lentamente, como si respirara en el fondo del mar; tenía medio siglo cuando empezó a hacerlo. Descorrió el velo de la ceguera, denunció la falta de lucidez y la conspiración contra el sentido común. Con toda su obra, que mereció el premio Nobel, podría hacerse un dique mundial a favor de los derechos humanos y del sentido común. Era un poeta que superó una muerte y otra y al que ahora, cinco años después de despedirlo, se le resucita para que venga en auxilio de las palabras rotas. Era José Saramago, y es José Saramago, un portugués que se enamoró de Pilar del Río, y de Lanzarote.