Djokovic da un golpe de mano en Roland Garros
El número uno destrona a Nadal de forma prematura 7-5/6-3 y 6-1 y se convierte en el segundo jugador capaz de ganarle en la tierra de París
Nadal se lamenta después de un punto perdido / PATRICK KOVARIK (AFP)
En juego estaba retener el bastión, mantener el equilibrio actual del tenis o empezar algo nuevo, distinto. Novak Djokovic saltó a la pista feroz y con la mandíbula apretada, salió a comerse la pista. Con las dos piernas bien fijas sobre la arcilla, el serbio hacía palanca para un lado y para otro como si fuese un tiovivo. Su pelota corría una barbaridad. Los cuatro primeros juegos fueron un visto y no visto, marcando el territorio.
El meneo inicial supuso un acicate para un adormecido Nadal, que se dispuso a reencontrarse a sí mismo. El jugador balear comenzó un trabajo de introspección que se basó en meter todas las bolas sin arriesgar demasiado y en levantar la pelota, el abecé del tenis en tierra. Y a partir de ahí llegaron los momentos más divertidos del partido. Nadal se convirtió en un contrarrelojista que palmo a palmo va arañando distancia al ciclista que le precede. Y llegó a ponerse a la par.
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Con el choque igualado, algo impensable tras los cuatro primeros juegos, empezó la guerra cuerpo a cuerpo y punto a punto. Djokovic disparaba de costado a costado y Nadal perseguía esas pelotas mezclando carreras infructuosas con passings geniales. Sin embargo donde Nadal parecía tosco, Djokovic ejercía con la finura de una bailarina. Salvó varias bolas de set el español pero acabó por sucumbir a las acometidas del de Belgrado. 7-5.
La segunda manga amaneció cansada tras el enorme tute que se habían pegado los dos tenistas en el primer parcial. El partido se tornó más táctico y menos brillante. Desaparecieron los vaivenes y cada uno se volvió más responsable. La historia iba de retener el saque y esperar que el rival tuviese un despiste, tenis más de pista rápida. Pero la tónica se mantenía, Djokovic ganaba sus turnos de saque con solvencia y rapidez, mientras que Nadal se veía abocado a pequeñas gestas para mantenerse pie.
Djokovic celebra el triunfo ante Nadal / PASCAL GUYOT
Djokovic celebra el triunfo ante Nadal / PASCAL GUYOT
Con el 4-3 llegó el despiste de Rafa, que visiblemente fatigado entregó su saque en lo que suponía una cesión casi definitiva para el devenir del partido. Aún así Nadal buscó agónicamente reengancharse al partido obligando a Djokovic a jugar de forma brillante si quería llevarse el segundo set. Tras varios iguales, 6-3 y partido encarrilado.
El break llegó nada más empezar el set. No es que Nadal bajase los brazos, pero la diferencia de dinámicas entre ambos jugadores es muy plausible, y el momento del partido la agudizó más si cabe. Djokovic se gustó en las postrimerías del partido, relamiéndose y disfrutando del momento de eliminar al mejor de la historia en tierra en su propia casa. 6-1 y final de la aventura por el décimo Roland Garros para Nadal. Rafa sigue mejorando poco a poco, pero Novak ahora mismo aparece en otro nivel, el serbio señala cada vez más cerca hacia la copa de los mosqueteros.
