SER HistoriaSER Historia
Historia | Ocio y cultura

Bartolomé de las Casas, un cura ‘hippie’ en el siglo XVI

El clérigo defendió a los indios mientras Europa se volcaba en la conquista de las colonias

Madrid

A Bartolomé de las Casas le regalaron un indio para que le sirviera, pero él prefirió hablar con él y aprender de otras religiones. Entonces era un niño, aunque más tarde sería encomendero, y le correspondería llevar sus espaldas algunos de los recados del rey. También, divulgar la religión cristiana allí donde se le ordenara; y en los siglos XV y XVI, en plena fiebre colonial, aquellos lugares estaban por doquier. Los indígenas convertidos contaban con privilegios y trabajaban en las generosas fincas que se adjudicaban a los colonos. Un trato que a muchos resultaría justo, pero que llevaría a aquel niño por un viaje moral copernicano.

SER Historia: Bartolomé de las Casas (24/05/2015)

54:38

Compartir

El código iframe se ha copiado en el portapapeles

Filólogo y estudioso de las humanidades, además de teólogo, las mismas leyes de Isabel la Católica que compartían su visión del mundo fueron, al tiempo, las que le apartaron de aquel indio cuya complicidad buscaba De las Casas. Él quería aprender las semejanzas entre su religión y las paganas, y también sus conocimientos de latín le valieron para encontrar el origen de lenguas que, entonces, se sentían muy sofisticadas.

La relación de su familia con Cristóbal Colón valieron que el sevillano, en 1510  y ya convertido en predicador, acabara junto a los dominicos —la orden más beligerante en favor de los derechos de los indios—. Incluso, su compañero Antonio de Montesinos llegó a pronunciar en público: "Todos estáis en pecado mortal y en él vivís y morís, por la crueldad y tiranía que usáis con estas inocentes gentes. Decid, ¿con qué derecho y con qué justicia tenéis en tan cruel y horrible servidumbre a estos indios?".

De las Casas no se sintió, en un primer momento, capaz de intervenir en el conflicto entre las leyes y estos religiosos progresistas. Su carrera como encomendador y amigo de los reyes creció, al igual que entabló amistad con Diego Velázquez. Sin embargo, y al igual que un día había elegido que aquel indio no fuera su sirviente, sino su conversador, años después se desataba su giro. El encomendador renunció a todas sus riquezas, sus tierras e, incluso, acabó recluido en un monasterio tras liberar a los esclavos de otra hacienda.

 
  • Cadena SER

  •  
Programación
Cadena SER

Hoy por Hoy

Àngels Barceló

Comparte

Compartir desde el minuto: 00:00