Limpio, bueno, barato

Madrid

Una de las cosas que más desanima a los ciudadanos, y que más desprestigia al Parlamento, es la imposibilidad de que Gobierno y oposición utilicen las mismas cifras en los debates. ¿Cómo es posible, se preguntan los ciudadanos, que no coincida ni un solo dato, cómo es posible que Gobierno y oposición utilicen cifras tan distintas sobre el mismo hecho? El truco consiste no en mentir, sino en referirse a periodos diferentes o a conceptos no exactamente iguales.

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La cuestión es que los ciudadanos se quedan perplejos, con mucha razón. ¿A quién creer? El peligro es terminar por sospechar que todos intentan engañarle. El problema no se resuelve porque no se quiere. No es cuestión de ser un país más o menos rico, desde luego. En otros parlamentos europeos han encontrado una solución razonable: se encarga a un organismo independiente que elabore una serie de indicadores que midan la situación real del país, no solo el PIB o el empleo, sino también los índices de desigualdad, evolución de salarios y pensiones; acceso a beneficios sociales, educación y sanidad, etcétera. Después los dirigentes políticos discuten sobe lo que significan esos datos, pero sin poner en duda las cifras concretas de las que parten unos y otros. En España se podría hacer perfectamente encargando la elaboración de esos indicadores a un organismo tipo el Consejo Económico y Social, por ejemplo. Todo eso se puede hacer, desde luego, sin necesidad de reformar la Constitución ni de cosas excesivamente complicado. ¿Quizás el próximo Parlamento será capaz de dar ese paso?