Avestruces
Si el PP quiere jugar al escondite con la realidad, allá él, pero los demás no deberíamos seguir su juego
Madrid
Cuando los niños tienen miedo de algo, se tapan la cabeza con la sábana para no verlo. Es la estrategia del avestruz, la fantasía pueril de que las amenazas desaparecen si no pensamos en ellas. Todos hemos sido niños, todos hemos tenido miedo, pero esta solución no es propia de personas adultas, mucho menos de políticos con responsabilidad de gobierno.
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JAVIER JIMÉNEZ BAS
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JAVIER JIMÉNEZ BAS
El juego que practica últimamente el PP no consiste tanto en matar al mensajero como en buscar con desesperación cualquier sábana que les sirva para esconderse de la realidad, cualquier agujero donde meter la cabeza.
Un argumento repetido hasta la saciedad ante la intensidad de la corrupción que ha minado nuestras instituciones, es que todos somos culpables. Por no ver, por no saber, por no denunciar. Nunca he aceptado la validez de esta falacia descomunal, que a base de repartir responsabilidades, diluye la de los verdaderos culpables.
Sin embargo, me alarma la facilidad con la que el gobierno logra la atención general cuando propone que se castigue a los medios que filtran sumarios secretos o que se revisen las incompatibilidades de los diputados. Porque el problema está en lo que dicen esos sumarios, no en el hecho de que se conozcan. El problema es que existan diputados que cobran por traficar con influencias, no el reglamento del Congreso.
Si el PP quiere jugar al escondite con la realidad, allá él, pero los demás no deberíamos seguir su juego. Si no ignoramos sus maniobras de distracción para atacar los verdaderos problemas, al final será verdad que todos somos responsables.