Gustave Flaubert
Gustave Flaubert
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Madrid
Tímido, soy tímido. Me gusta estar solo. Tampoco es que me encante la gente, claro. El odio anti burgués llegó pronto a mí a pesar de mi padre, médico, y mi madre, emparentada con las buenas familias de Normandía: a pesar de ellos o precisamente por ellos.
La obsesión por la escritura, por le mot juste- que cada palabra estuviera colocada justamente en el lugar que debe estar- por escribir, por contar realidades irreales de un modo real…esto lo recuerdo desde niño. De hecho, me hice cargo de toda una pequeña revista literaria siendo un infante. Dicen ahora los que se dedican a investigar que ahí, en esos primeros textos, ya se ven los futuros temas que desarrollaría de adulto.
Viví siempre bastante bien: estudié y la vida me fue fácil hasta que mi madre faltó. Fácil en todos los sentidos: estaba acompañado y vivía de las rentas. Luego la economía se complicó y mi salud también, pero hasta llegar ahí pude hacer tanto...
Los viajes fueron una de mis claves, ahí aprendí de la vida, de la gente, a observar la realidad, las realidades. Y cuando luego me centré en París, en mi casa de siempre, a orillas del Sena, todos los recuerdos funcionaban perfectamente a la hora de sentarme a escribir.
- madame bovary
La consagración como autor, como escritor, llegó de la mano de una mujer: la protagonista de mi novela estrella. Me subió a lo alto por varias razones: el libro tuvo éxito pero la fama llegó a través de la justicia, porque las almas consideradas morales decidieron que mi forma de tratar el adulterio no era la correcta y me llevaron a juicio. Baudelaire fue condenado por lo suyo, por Las Flores del Mar, la Madame y yo nos libramos: inocentes.
Cuando hablo de la Madame me refiero a la protagonista de mi novela, porque de mujeres reales no es que pueda hablar demasiado…Luise Colet fue mi única relación duradera, mientras que mi amor verdadero fue Elisa, con la que nunca conseguí nada. Al menos, me sirvió para componer un personaje de La educación sentimental. Y eso que yo siempre fui contrario a mostrarme en mis escritos. Nunca quise ser el escritor que narrase su vida a través de sus personajes. Esta voluntad hacía que cada una de mis palabras en la literatura fuera calculada hasta el extremo. Tardé casi cinco años en terminar mi novela cumbre. Tres veces reescribí La tentación de San Antonio. Tres veces.
Fui nihilista y vividor, fui tímido y lanzado, fui siempre una contradicción, por eso, cansado de preguntas, me dio por responder que Madame Bovary soy yo.
Adriana Mourelos
En El Faro desde el origen del programa en 2018. Anteriormente, en Hablar por Hablar, como redactora...