Un debutante muy interesante

Madrid

El ministro de Justicia, Rafael Catalá, criticó ayer con severidad al sistema judicial español, por vulnerar continuamente el secreto de los sumarios y poner en peligro la presunción de inocencia de las personas que investiga. También tuvo palabras muy duras para su propio ministerio y para el gobierno al que pertenece, incapaces todos ellos de imponer esa regla a sus funcionarios y de averiguar quiénes rompen esa obligación. El ministro cree que es un tema complejísimo y que no tiene manera de arreglarlo, porque ni es capaz de poner los medios para identificar quiénes son esos funcionarios ni es tampoco capaz de sancionarlos firmemente.

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Dicho todo esto, admitida su total impotencia, al ministro se le encendió una bombilla. Los que son muy fáciles de identificar son los medios que publican esa información filtrada. Así que la solución pasa por “trasladar la sanción” (son palabras textuales) y en vez de castigar a quien filtra, y tenía la obligación profesional de no hacerlo, sancionar con fuertes multas a los periodistas que recibe esa información y que puede alegar que ellos sí tienen la obligación profesional de publicarla.

El ministro tiene razón es que se trataría de un buen debate. La cuestión es que se trataría básicamente de un debate sobre el funcionamiento de la Justicia en este país, no sobre el funcionamiento del periodismo, y de eso, evidentemente, Rafael Catalá no tiene tantas ganas. Lástima.