La ropa o la vida

Madrid

Que la memoria es frágil ya lo sabemos...sobre todo para aquello que nos resulta incómodo. Pero se trata de regarla, como las plantas, para que no se quede mustia. ¿Recuerdan ustedes que hace dos años se hundió un edificio en Bangladesh donde murieron más de mil personas? Era una fábrica de confección de ropa para grandes marcas, donde se trabajaba en condiciones absolutamente lamentables. Desde luego fue una tragedia de repercusión mundial: aquellas imágenes del edificio Rana Plaza reducido a escombros con los equipos de rescate buscando algún superviviente resultaban estremecedoras y hubo de todo: campañas, llamamientos, declaraciones, conjuros para que no se repitiera algo así; hubo promesas de ayuda para las víctimas y exigencia de compromisos a las marcas de ropa que se aprovechan de aquel inframundo para hacer negocio.

Ampliar

Cerrar

Pero dos años después queda mucho, muchísimo de todo aquello por cumplir. De hecho, aún no se ha celebrado el juicio, un centenar de muertos no han sido identificados, el 30% de las indemnizaciones no han sido pagadas, el 75% de los heridos no han podido volver a trabajar....y lo que es peor: centenares de fábricas han esquivado las inspecciones y continúan funcionando como si tal cosa. O sea que la conclusión es obvia: el llamado Primer mundo dicta las normas, fija las reglas y obtiene el beneficio....pero es el Tercer mundo el que paga la factura; da igual que hablemos de ropa, agricultura, pesca, vacunas...la historia se repite: pierden y ganan los de siempre. Yo no creo que todo eso vaya a cambiar mucho, pero recordarlo....al menos nos devuelve una porción de la dignidad perdida.