La dificultad de responder a preguntas sencillas
La vicepresidenta reconoció el miércoles de manera muy simple que el Gobierno había hecho una amnistía fiscal. La explicación de por qué lo hizo fue ayer mucho más complicada
Madrid
A veces, las preguntas más sencillas, desencadenan las respuestas más complicadas. Bien simple era esto que se le plateó ayer a la vicepresidenta: "¿Se confundió usted cuando llamó a la amnistía... amnistía?".
Un día después... La dificultad de responder a preguntas sencillas
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Una pregunta que se puede responder perfectamente con un monosílabo: sí o no, aunque Sáenz de Santamaría optaba por ofrecer una explicación larguísima de nada menos que ¡8 minutos y medio!
Muchísimo tiempo para decir, en línea con su compañero Montoro, que lo que todo el mundo, menos el Gobierno llama amnistía, no es una amnistía, sino "una declaración tributaria especial que, indudablemente, es un proceso de regularización tributaria".
Vino a explicar que si ella lo llamó "amnistía" y no "regularización" no fue por error, sino porque no tenía mucho tiempo, así le entendía la gente y, de paso, ahorraba trabajo a los periodistas: "yo en dos minutos y medio estoy para que se me entienda y da igual que lo hubiera llamado de otra manera, si ustedes me hubieran titulado como me llevan titulando todo este tiempo".
Un viernes más, por tanto, volvimos a comprobar el peso de las palabras y la importancia de utilizar justo las que nos convienen. Acompañaba a la vicepresidenta la ministra Báñez, que parece complicarse poco la vida a la hora de elegir los términos en sus exposiciones. Da la impresión de que, directamente, los toma prestados de los argumentarios del PP. Ayer le escuchamos pronunciar hasta los lemas como "vamos en la buena dirección".
Y también muchas de las frases que hemos leído mil millones de veces en esos textos que se reparten a los cargos del PP para que las repitan en sus mítines. Por ejemplo: "Estamos creando empleo cada día de mayor calidad" o "todas las reformas puestas en marcha por el Gobierno están dando resultados". Consignas que no pueden sino recordarnos (por si no lo tuviéramos presente cada día últimamente) que sí, que estamos en plena precampaña electoral.
Una hora y tres minutos de rueda de prensa en la que, por lo menos, tuvimos un tiempo equilibrado: la mitad para la exposición de la vicepresidenta y la ministra y la otra mitad para las preguntas de los periodistas. Un poco más de tiempo no hubiera venido mal ya que, un viernes más, se quedaron manos levantadas en la sala y muchas cuestiones por realizar.
El próximo consejo de ministros, como el viernes es fiesta será el jueves que viene. Cambio de día y cambio de hora porque la reunión del Gobierno será, extrañamente, por la tarde.