Málaga apuesta por el cine social
Daniel Guzmán debuta con ‘A cambio de nada‘, una autobiografía terapéutica basada en su convulsa adolescencia. Natalia de Molina se pone en la piel de una madre desahuciada en la descarnada ‘Techo y comida‘
Málaga
El Festival de Málaga se acerca a su fin y lo hace con dos películas que han marcado la jornada más social del certamen. A la espera de lo que presente mañana Jonás Trueba, este jueves hemos visto dos títulos que, junto con los de Dolera y Berriatúa, están bien situados para irse de Málaga con premio.
La dardeniana Techo y comida ha sido la cinta más comprometida del certamen. El jerezano Juan Miguel del Castillo ha logrado una película realista que cuenta el calvario de una madre joven a punto de ser desahuciada. Acostumbrados a ese acto de desalojo que tanto hemos visto en los medios de comunicación, en Techo y comida asistimos al proceso previo, a lo que hay antes del desalojo.
"Quería dejar el reflejo de la que está cayendo ahora y estar del lado de los más desfavorecidos, antes decían que España iba bien, pero yo siempre he visto a Andalucía muy mal", exponía el director de una cinta que puede resultar obvia, pero que pone en la gran pantalla una de las grandes tragedias que ha traído la crisis.
Techo y comida ha sido posible gracias al micromecenazgo y a la brillantez de su actriz protagonista, una emocionada Natalia de Molina que tiene muchas posibilidades para alzarse con el premio a Mejor Actriz en este certamen, con permiso de Juana Acosta. "Ha sido muy duro y muy difícil hacerlo, además, yo no soy madre, por lo que cuando lo sea comprenderé mejor el personaje de Rocío, ha sido ella la que se ha metido dentro de mí, no yo dentro de ella", decía la actriz.
La otra película del día ha sido la esperada opera prima del actor Daniel Guzmán. Es el tercer actor, tras Zoe Berriatúa y Leticia Dolera, que presenta su primera película en el festival. Los tres han pasado la prueba con buena nota, pero quizá sea Guzmán el que más se acerca a la Biznaga.
A cambio de nada es un retrato autobiográfico, una historia que tiene mucho de terapéutico pues Guzmán ha reconocido haber vivido una adolescencia complicada. "Lo que vives en la adolescencia tiene mucho que ver con lo que eres en la edad adulta. Para lo bueno y para lo malo, le debo todo a mis padres; si no fuera por ellos, no estaría ahora mismo aquí y no habría hecho esta película", explicaba.
La cinta es un retrato de la adolescencia en cualquier barrio de extrarradio, que no renuncia al sentido del humor y que tiene unas interpretaciones veraces de Luis Tosar, de los primerizos Miguel Herrán y Antonio Bachiller y de la abuela del director, Antonia Guzmán. "Tengo una relación con mi abuela muy especial, y siempre me ha atraído cómo abuelos y nietos aprenden mutuamente y la relación que tienen", decía Guzmán que ha firmado en su primera película todo un canto a la amistad y que otorga a la adolescencia la importancia de marcar de qué lado va a estar uno en su adultez.
Pepa Blanes
Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada en Periodismo por la UCM y Máster en Análisis Sociocultural...