La herencia que recibirán
Con tanta importancia que damos a lo que hemos heredado, no nos preocupa casi nada lo que vamos a dejar en herencia. Ejemplo, nuestra actitud ante la inmigración
Madrid
Eso que hoy llamamos “herencia recibida” antes se llamaba, sencillamente, “la vida”. La vida era un tren que cogíamos en marcha al nacer, un tren que venía cargado desde muy lejos, pero no era costumbre quejarse de lo que uno se encontraba al subir a bordo porque viajar, vivir, consistía en mirar hacia adelante y hacia el porvenir.
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Iñaki Gabilondo, en la Cadena SER / JAVIER JIMÉNEZ BAS
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Iñaki Gabilondo, en la Cadena SER / JAVIER JIMÉNEZ BAS
En la generación actual comenzó el lloriqueo y la petición de cuentas al pasado, y la herencia recibida se ha convertido ahora en la gran invocación, la gran excusa, la gran coartada. Pero lo más gordo es que con tanta importancia que damos a lo que hemos heredado, no nos preocupa casi nada lo que vamos a dejar en herencia. Ejemplo, nuestra actitud ante la inmigración.
Cuando la brutal desigualdad del mundo revienta cerca de nuestras playas, las políticas pequeñitas, las tacañerías nacionalistas de una Europa, que dice rechazar los nacionalismos, y la falta de conciencia y de consciencia están provocando ahora mismo dramas de crueldad infinita y, además, nos anuncian un futuro tenebroso.
Nunca una generación ha dicho preocuparse más por sus hijos, pero ninguna ha destrozado tanto el mundo que les dejará en herencia.