Caperucita y el lobo
Rato negó ayer rotundamente que aflorara dinero negro, pero no negó que se acogiera a la amnistía fiscal, lo cual, si bien no nos autorice a afirmar que se reconoce como evasor fiscal, sí nos autoriza a sospecharlo
Madrid
¿Se acuerdan? Año 2012. Cristóbal Montoro, implacable como un guerrero tártaro a la hora de ajustar las cuentas con el público en general, se convierte en novicia compasiva con 32.000 ciudadanos que habían sacado dinero de España, olvidando cumplir con sus obligaciones fiscales. Les permitió regularizar su situación a precio de saldo.
Fue un escándalo. Ahora, el asunto reaparece con un par de renglones muy interesantes. De aquellos 32.000 evasores fiscales, cuyos nombres nunca conocimos, 705 son sospechosos de haber blanqueado dinero, y el primer nombre que salta a la palestra es el de Rodrigo Rato. Rato negó ayer rotundamente que aflorara dinero negro, pero no negó que se acogiera a la amnistía fiscal, lo cual, si bien no nos autorice a afirmar que se reconoce como evasor fiscal, sí nos autoriza a sospecharlo. Y eso añade más sombras aún a las muchas que se ciernen sobre su figura.
Por cierto, es curioso que salte el nombre de Rato, que ya no está en ninguna alineación del PP, y se oculten los otros 704, con la cantidad de tronío y rancio abolengo que debe haber en ese lote.