'Cenicienta'. Otra huérfana maltratada
Kenneth Branagh dirige esta nueva versión del cuento de Perrault


Madrid
Disney no se aclara con la pretendida modernidad de sus princesas. Acabamos de ver la espinosa parodia Into The Woods’, todavía recordamos la inesperada ternura de Maléfica y la autosuficiente Anna de Frozen (2013) sigue siendo la película favorita de las niñas, cuando a algún ejecutivo de la compañía se le ha ocurrido desempolvar a Cenicienta sin cambiar un ápice el enfoque retrógrado de su película de animación de 1950. Esta primera versión de Cenicienta en acción real, protagonizada por Lily James (Downton Abbey) y Richard Madden (Rob Stark de Juego de Tronos), es un empalagoso monumento a la ñoñería sin ningún interés, más bien resulta un alegato a favor del sometimiento de las mujeres imposible de justificar.
De hecho, el director Kenneth Brannagh- que ha perpetrado este merengue- ha tenido que recurrir a justificaciones tan delirantes como que esta Cenicienta es una heroína de la resistencia no violenta a lo Gandhi. La toxicidad de su mensaje incita a las mujeres maltratadas -(“sé generosa y ten valor” le dice su madre en el lecho de muerte)– a aguantar su destino sin rechistar. Sin comentarios.
Pero al margen de los valores machistas que transmite, tampoco se mantiene en pie como película. Los protagonistas están encorsetados en un mundo narrativo y visual de cartón piedra del que solo se libra Cate Blanchet, impresionante y cruel madrasta que pone los pelos de punta. La actriz australiana es la única que da una cierta profundidad a su personaje, ya que el resto del remake es chantilly rancio.