La cerveza que colgó el hábito
Mahou podrá conservar esta marca, reclamada por el cabildo católico del templo de Córdoba
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Madrid
Hace tres años, el Cabildo del templo de Córdoba inscribió la marca Mezquita a nombre de su obispado. Y lo hizo en tantas categorías como pudo, de manera que la Iglesia Católica contara con el monopolio de todo el merchandising que hiciera gala del principal reclamo turístico de la ciudad, declarado Patrimonio de la Humanidad. También el renglón de las bebidas alcohólicas quedó dentro del órdago de esta organización.
Mezquita o catedral, una marca codiciada
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Sin embargo, alguien le llevaba diez años de ventaja, al menos, en lo relativo al zumo de cebada. En 2002, Cervezas Alhambra, entonces una empresa granadina, había patentado esa misma marca para las botellas y latas que se apuntalasen en Córdoba. Cuando la entidad fue comprada por Mahou, la titularidad del nombre pasó a sus manos: y así lo ha reconocido la justicia, que el pasado viernes dio la razón a la multinacional.
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La Iglesia Católica no podrá usar la marca Mezquita, al menos, en lo relativo a las bebidas alcohólicas. Si quisiera comercializar cualquier tipo de licor al calor del templo, en cualquier caso, podrá utilizar otro nombre: el cabildo también había reservado, en un sinfín de categorías, la marca Catedral de Córdoba. La denominación reconocida por la ciudad, y legitimada en un pleno del Ayuntamiento, es Mezquita-Catedral. Con todo, la Iglesia, sobre quien recae la titularidad del templo, dejó fuera de la cartelería, en 2010, la parte árabe del nombre.
En cualquier caso, la marca con la que el templo figura como Patrimonio de la Humanidad, desde 1984, es Mezquita, y así es, además, como se la conoce popularmente. Según declaró en enero el portavoz del Cabildo, José Juan Jiménez Güeto, la reserva de esta marca nunca tuvo como fin comercializar ningún producto, sino prevenir los usos de la palabra que no contaran con el visto bueno de la Iglesia.
La maniobra costará a la organización, de momento, 1.500 euros: el precio del litigio que la organización religiosa ha perdido y que, tal y como dictó el Tribunal Superior de Justicia madrileño, esta tendrá que abonar. Si quisiera pelear de nuevo por la marca, sin embargo, podría recurrir la sentencia al Tribunal Supremo.