Día de la burla de la mujer bética

Madrid

Los responsables del Real Betis tienen un sentido del humor muy desagradable. Ayer declaró la jornada futbolística como Día de la Mujer Bética y los jugadores salieron a césped con los nombres de sus mujeres, hermanas o madres en la camiseta. Entre ellos estaba Rubén Castro, un jugador que está acusado por agredir físicamente a su novia, a la que, según el auto de procesamiento, pegó en cuatro ocasiones bofetones y puñetazos. La fiscalía solicita para él dos años y un mes de cárcel.

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Este caballero, que lucía ayer en su camiseta el nombre de Loli, se supone que alguien de su familia, ha sido repetidamente apoyado en el campo de Betis por un grupo de aficionados que insulta a la joven que fue agredida y que alaba al jugador por su violencia. El presidente del Club, Juan Carlos Ollero, declaró en su momento que consideraba esos cánticos “repugnantes”, pero el señor Ollero no debe haber hablado con su propio jugador: Rubén Castro se mostró ayer encantado con quienes le jalean: “Conecto muy bien con esa gente”, dijo textualmente. “Cada uno es libre de gritar lo que quiera”.

Todo esto no es una broma. En absoluto. El señor Castro, acusado de maltratar a una mujer, dice que conecta con la gente que la acusa de puta y que grita que se lo merecía. El señor Castro no debería jugar ni un minuto más en la Liga española y las mujeres béticas, homenajeadas ayer, deberían sentirse profundamente ofendidas: Rubén Castro no se vanaglorió delante de ellas de sus goles, sino de su chulería.