“Los malos ratos dejan grandes rencorosos y muy buenas personas”
El premiado director y guionista comparte con nosotros la música de su vida
Madrid
David Trueba no solo dirige películas. Si se lo pide algún amigo, como Jorge Drexler, también se atreve con los vídeos musicales; también, bailar en ellos. Aquel desenfado coincidió, en el tiempo, con esos principios de 2014 en los que el madrileño recogía un premio Goya tras otro por Vivir es fácil con los ojos cerrados. Así, se cerraba el círculo de un afecto por el cine que apareció, entre otras cosas, escuchando a Bob Dylan en Pat Garret y Billy el Niño. Al pensar en el pasado, a la cabeza del realizador acuden momentos felices y no tan felices, pero advierte: "Los malos ratos dejan grandes rencorosos y muy buenas personas".
'Me aportó mucho conocimiento que fuéramos ocho en casa'
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La destreza con la cámara la agradece, entre otras cosas, a esos siete hermanos mayores con los que compartió techo, ya que, siente, de ellos recogió un conocimiento que no habría adquirido de otra manera. En su adolescencia llegó el afrancesamiento, también, con Charles Trenet, cuya música incluiría en su primera pieza, La buena vida. Esa exquisitez contrastaría con la generosidad de un padre que, aun con la casa llena, acogía en ella a cualquiera que viera haciendo autostop.
Quizá de la cultura prematura del cineasta devenga su afición por la canción italiana y, concretamente, por Paolo Conte. Sin embargo, el director de Soldados de Salamina no tardaría en acabar admirando, también, la música patria. De ahí su gusto por Kiko Veneno, en cuyas canciones de principios de los noventa encuentra un homenaje a la cultura popular, tantas veces desmerecida ante los cantos de sirena del extranjero. Así las cosas, también Estrella Morente o el donostiarra Rafael Berrio figuran en la ecléctica lista de quien, a los 45 años, ya ha dirigido seis largometrajes.
