Los restos de la fiesta
"Creímos que el final de la fiesta barrería con todo. Pero no, porque muchos personaje criados a los pechos del 'todo vale' siguen ahí"
Madrid
Uno de los consuelos que hemos tenido estos años y meses de afloramiento de casos de corrupción o de mal uso del poder es que la mayoría de ellos correspondían a los excesos de la burbuja inmobiliaria y que emergían ahora porque la Justicia está desbordada de casos o porque su ritmo de trabajo, para respetar las garantías del estado de derecho, es distinto al de la prensa y la política. El consuelo consistía en pensar que una vez pinchado el globo, se acabó la fiesta.
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Pero no. Hoy la SER les cuenta que uno de directivos de Bancaja que viajó a Cuba con todo pagado por los empresarios que se enriquecieron con el pelotazo que les adelantamos ayer, sigue a fecha de hoy -4 de marzo del 2015-, como director financiero del Patronato de la Fundación Bancaja.
También sabemos, gracias a la operación Púnica, que quienes antes se corrompían con el ladrillo, ahora, hasta que la policía los detuvo en otoño, lo intentaban con los servicios informáticos, la asesoría de imagen o las nuevas energías.
Hoy cuenta ‘El País’ que hasta el 2012 la Comunidad de Madrid contrató ilegalmente un ayudante para el juez que investigaba la Gürtel y que, por tanto, la investigaba a ella misma. Y ayer, sin ir más lejos, vimos al presidente madrileño y a un comisario de policía en ejercicio acusarse mutuamente de chantaje sin que ninguno de los dos se viera en la obligación de dimitir inmediatamente después. Y sin que ningún superior se lo pida o anuncie una investigación urgente.
Creímos que el final de la fiesta barrería con todo. Pero no, porque muchos personaje criados a los pechos del 'todo vale' siguen ahí, porque la transparencia en la Administración es en España una conquista reciente y muy precaria todavía y porque el sistema electoral y el funcionamiento de los partidos generan líderes que tienen que responder antes ante ‘el Jefe’ que los promociona o defenestra que ante los ciudadanos. Y porque algunos se han acostumbrado a la falta absoluta de vergüenza.