El eje germano-francés

Madrid

Los europeos estamos de enhorabuena. Las fotos de Angela Merkel y François Hollande mano a mano en Minsk trabajando para lograr un acuerdo razonable sobre Ucrania demuestran que el eje franco-alemán vuelve a funcionar. Y cuando eso sucede, la Unión Europea funciona. Esa sintonía seguro que también tiene algo que ver con la posibilidad de que el Eurogrupo acabe alcanzando un acuerdo sobre Grecia que salve la cara al gobierno de Tsipras y, de manera más general, de satisfacción a unos ciudadanos contrarios a las políticas de austeridad que tantos sacrificios han exigido y dispuestos a abrazar cualquier alternativa que les prometa un cambio radical. Sea a la izquierda o a la derecha.

Merkel y Hollande son suaves en los modos y lentos en los virajes, pero ambos son muy pragmáticos y tienen un instinto de supervivencia muy desarrollado. Hollande ha comprendido que ya no es la época en que Mitterrand cogía de la mano a Kohl, sino de ceder el paso a Merkel y aceptar que ahora el eje es germano-francés.