La noticia que nunca quiso contar

Madrid

A las siete y veinte de la mañana un F16 cambió la vida de Asma Al Ghoul. Una bomba mató a nueve miembros de su familia en Rafah, al sur de la franja de Gaza. Ella, que había conseguido que sus méritos como periodista fueran reconocidos incluso en el extranjero, terminó escribiendo un duro artículo titulado "No me preguntéis nunca más por la paz".

En el bombardeo murieron sus tíos, cuatro primos y los tres menores de la familia. Al no haber sitio en la morgue, los más pequeños terminaron en un frigorífico para helados. Esa imagen dio la vuelta al mundo y se quedó para siempre en su cabeza.

Ninguno de sus familiares habían jaleado la violencia en su vida, pero eso no les salvó la vida. Fue así como Asma perdió la esperanza en la paz y las ganas de escribir. Aunque parezca raro, terminó añorando la guerra: "después de la guerra estás triste, pero no sabes el motivo. Por lo menos, durante la guerra tienes algo por lo que vivir. Tienes la esperanza de que la guerra termine, la esperanza de sobrevivir, de protegernos los unos a los otros, de convertirnos en una unidad... Pero despues de la guerra todo colapsa. Vuelves a ver a Fatah y Hamas peleándose. Nuestras almas estaban mejor durante la guerra. Ésa es la verdad"

Ya ha vuelto a escribir con la convicción de que falta información sobre lo que ocurre en Palestina, un lugar donde, dice, "todos son víctimas: víctimas de Israel, víctimas de la ocupación israelí, víctimas de Fatah, vícitmas de Hamas". Por eso, está convencida de que viven en una especie de "juego", donde todos son piezas. Es un juego cruel, donde en el futuro jugará la partida Ibrahim. El gemelo de apenas tres días que sobrevivió a la masacre y al que, algún día, habrá que contarle su historia.