La picaresca que nunca muere

Madrid

Siempre se ha dicho que la necesidad agudiza el ingenio. El problema surge cuando ese ingenio se utiliza para cometer actos delictivos. La rapidez en las telecomunicaciones, las dificultades que han planteado hasta ahora los controles en la Red, unido a un exceso de confianza por parte de los usuarios, han hecho que las estafas se hayan multiplicado en los últimos tiempos en ese ámbito. Pero la picaresca es tan antigua como el hombre, y los timos de siempre continúan generando víctimas a pesar de que los procedimientos son de sobras conocidos y de que la policía se esfuerza en explicar los modos de actuación de los estafadores.

El teléfono e Internet

A quién no le ha llegado un correo electrónico o un mensaje informando de una supuesta compra que nunca ha realizado. En el mismo mensaje se ofrece un número de teléfono de información que, en teoría, es gratuito. Sin embargo, se trata de un número de tarificación especial que encarecerá la factura con sólo llamar. Una variante de este timo es el de las supuestas ofertas de trabajo ofrecidas a través de e-mail o de los periódicos. En la falsa oferta figura un número de contacto, también de tarificación especial donde, al llamar, se realiza una extensa entrevista relacionada con el supuesto empleo. Nunca se recibe respuesta a esa oferta laboral, pero el elevado coste de la llamada sí se habrá cobrado.

Junto a estas estafas, también conviven otras como las llamadas perdidas por parte de un número de teléfono desconocido que nos incluirá automáticamente en un servicio de mensajería premium si devolvemos la llamada para saber quién nos llamó primero; o el SMS o mensaje de whatsapp de alguien que no tenemos en la agenda, en el que se dice algo parecido a esto: "Te estoy escribiendo por whatsapp. Dime si te llegan mis mensajes. ¿Me agregaste el otro día?". Si se responde a ese mensaje, nos incluirán en un servicio de mensajería premium que cobra un extra por cada mensaje enviado y recibido. La policía recomienda desconfiar de todos los mensajes o correos electrónicos recibidos que nos parezcan sospechosos y, en caso de duda razonable, no responder nunca.

Cajeros, ventas y préstamos

Los cajeros automáticos manipulados han sido motivo de muchos quebraderos de cabeza. Desde los dispositivos para la clonación de bandas magnéticas de tarjetas bancarias, hasta la introducción de objetos en las ranuras del terminal que bloquean la dispensación del dinero o que dejan la tarjeta atascada en el interior. A veces aparece el timador que recomienda al estafado llamar a un supuesto número de atención al cliente de la entidad bancaria que, casualmente, él conoce. Cuando se llama a ese teléfono, un cómplice del estafador solicita los datos personales para desbloquear el cajero y poder expulsar la tarjeta. Uno de los datos que solicita es la clave o pin. Cuando la tarjeta no sale y la persona timada se marcha, aburrida, el timador, que ya conoce la clave, aprovecha para desbloquear el cajero, extraer la tarjeta y operar con ella.

Las ventas a domicilio también han sido utilizadas por muchos estafadores para hacer su negocio ilícito. En algunos casos, se venden supuestos productos valiosos a personas sin mucho conocimiento por un importe muy superior a su valor real. Otras veces, por ejemplo, se ofrecen colecciones de libros o enciclopedias de los que el vendedor sólo deja uno o dos ejemplares de muestra como primera entrega. Sin embargo, los compradores no vuelven a tener noticias del producto que han adquirido. Junto a estos vendedores, también siguen existiendo los supuestos instaladores o revisores del gas que no pertenecen a ninguna empresa y que cobran por trabajos no realizados.

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Esta semana, la policía ha desarticulado un grupo de estafadores que se hacían pasar por trabajadores de bancos extranjeros que, utilizando la necesidad económica de muchas personas incapaces de obtener créditos en los bancos habituales, ofrecían préstamos a sus víctimas en condiciones muy ventajosas. Para liberar los fondos, requerían el pago de unas tasas mediante transferencia o giro postal. Una vez realizado ese trámite, las víctimas no llegaban a recibir nunca el dinero del crédito.

Los timos clásicos

A pesar de que el modo de actuación no ha variado desde hace décadas, todavía hay muchas personas que continúan siendo estafadas por timos tan conocidos como el del tocomocho o el de la estampita. Sólo en el primer semestre de 2014 se han registrado 375 casos del primero y 169 del segundo. Según la policía, más de la mitad de las víctimas superaba los 65 años de edad. El portavoz de la Policía Nacional, Victor Fernández, asegura que "desde la policía hemos lanzado ya varias campañas de concienciación para los ciudadanos, para alertarles sobre estas modalidades de estafa. Son unos clásicos que, lamentablemente, están muy actuales. La mayoría de las víctimas de estos delitos son personas mayores".

La palabra 'tocomocho' viene de la expresión 'tocó mucho'. Lo que se hace el timador es convencer a la víctima de que tiene un billete de lotería premiado, pero que no puede cobrar por los motivos más diversos. Así que le cambia ese billete por la cantidad de dinero que le pueda ofrecer en ese momento. Lógicamente, el billete no está premiado. El timo de la estampita, en cambio, consiste en que una persona con una supuesta discapacidad psíquica ofrece cambiar un lote de estampitas (supuestamente un fajo de billetes de los que sólo el primero es auténtico) por objetos de valor o por una cantidad de dinero, en este caso auténtico, inferior al montante que, en teoría, contiene el fajo de billetes.

El timo del 'Nazareno' afecta, sobre todo, a proveedores. El estafador, en este caso, crea una empresa ficticia que realiza compras en efectivo para el negocio. Pasado un tiempo, realiza un pedido de mayor envergadura y emplea como forma de pago unos pagarés vinculados a cuentas sin fondos. Cuando el proveedor se quiere dar cuenta de la estafa, toda la mercancía ha sido vendida y el timador ha desaparecido sin dejar rastro.