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Navidades antinavideñas

Hasta el próximo 5 de enero, la Fundación Montemadrid transforma su Casa de las Alhajas, un edificio del siglo XIX en pleno centro de capital, en un espacio multidisciplinar donde conviven todo tipo de actividades con un innegable sesgo indie

Casa de las Alhajas / ARTURO LASO

Casa de las Alhajas

Madrid

Ni hojas de acebo, ni villancicos, ni espumillón: en una época en que los tópicos navideños están a la orden del día, los organizadores del festival Alhajadú apuestan por un modelo de ocio y de consumo distinto para estas fechas. Y lo hacen pensando en un público mayoritariamente infantil, pero también en los adultos.

Figura realizada en uno de los talleres

Figura realizada en uno de los talleres / ARTURO LASO

Figura realizada en uno de los talleres

Figura realizada en uno de los talleres / ARTURO LASO

Hasta el próximo 5 de enero, la Fundación Montemadrid transforma su Casa de las Alhajas, un edificio del siglo XIX en pleno centro de capital, en un espacio multidisciplinar donde conviven todo tipo de actividades con un innegable sesgo indie: hay talleres guiados por diseñadores y artistas centrados en disciplinas tan diferentes como la costura, la cocina o la impresión 3D, pero también cuentacuentos, teatro, cine independiente (animación japonesa y cortometrajes infantiles), conciertos e incluso sesiones de DJ en las que padres e hijos pinchan éxitos juntos.

También hay, por supuesto, opciones de compra: si 2014 ha sido el año de la explosión del fenómeno market en nuestro país, Alhajadú reúne una variopinta selección de más de treinta marcas que se distribuyen en dos plantas y que ofrecen desde bodies para bebé con mensajes tan postmodernos como “Papá es un friki” (en el puesto de Siete Pecas) hasta gastronomía italiana (Mangitalia), pasando por robots de juguete (Pitarque Robots), bisutería minimalista (Latonta y Larubia), tiendas de campaña para jugar en el salón (Tipi-Too) o juguetes (La Luciérnaga). Todas ellas son empresas pequeñas, que trabajan mayoritariamente con procesos artesanales, producciones a pequeña escala y relación directa con el cliente.

Fachada de la Casa de las Alhajas, en Madrid

Fachada de la Casa de las Alhajas, en Madrid / ARTURO LASO

Fachada de la Casa de las Alhajas, en Madrid

Fachada de la Casa de las Alhajas, en Madrid / ARTURO LASO

La propuesta, según nos cuentan sus organizadores, es generar un espacio donde siempre haya actividad y opciones de ocio para los más pequeños. Por ejemplo, una sala llena de piezas de LEGO (y su versión preescolar, Duplo) que permanece abierta de forma continuada y donde los niños pueden jugar solos o guiados por artistas que ofrecen talleres gratuitos. En el centro del patio, una enorme lámpara con decenas de bombillas se enciende a través de un sistema ideado por el estudio Espadaysantacruz utilizando software de código abierto y pompas de jabón. El objetivo: darle una vuelta al concepto navideño de pedir un deseo comiendo uvas o brindando a través de una instalación artística que combina la eficacia digital con la dimensión material. Exactamente igual que la programación de Alhajadú, que oscila entre los hashtags y técnicas tan ancestrales como el hilado a rueca. En resumen: 2014 en estado puro.

 
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