Caminos a la esperanza y a la racionalidad

Madrid

Hay momentos en la historia que producen una gran alegría. Momentos en los que conflictos que parecían insuperables encuentran una solución, quizás no perfecta, pero si capaz de aliviar las vidas de las personas que los padecen. Cincuenta años no es mucho en términos históricos, pero son una enormidad en la vida de los seres humanos. Eso es lo que han tardado Cuba y Estados Unidos en aceptar que se puede convivir con las diferencias. El anuncio, ayer, de que los dos países restablecerán sus relaciones diplomáticas abre un camino a la esperanza y a la racionalidad y cierra uno de los momentos más peligrosos por los que atravesó la Humanidad, en 1964, durante la llamada crisis de los misiles, en plena Guerra Fría.

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Quizás se esté empezado también a abrir un camino, mucho más estrecho e inestable, todavía mucho más oscuro, en el peor de los conflictos que existen, el que parece más imposible de solucionar, el que enfrenta a Israel y a Palestina desde hace más de sesenta años. Ayer, dos tercios de los europarlamentarios votaron a favor del principio de reconocimiento del estado de Palestina, como una herramienta imprescindible para forzar la negociación. Israel y Palestina deben ser dos Estados que aprendan a convivir con sus diferencias. Es un paso, pero ese reconocimiento es la herramienta más prometedora que ha existido en muchos años.