Alpargatas

Madrid

“Estos señores, como les dejéis sanidad nos van a llevar en alpargatas”. ¿Recuerdan esta frase? María Teresa Sáez, la diputada socialista que traicionó a su partido gracias a las misteriosas gestiones de unos empresarios aún más misteriosos, la pronunció el 28 de julio de 2003, ante la Comisión que investigaba el acceso de Aguirre al poder. Dos días antes de su frustrada investidura, Simancas había advertido que mientras él presidiera en Madrid un gobierno del PSOE con Izquierda Unida, no se harían las autopistas de peaje que después dieron tanto dinero a algunos constructores. Pero Sáez no escogió las alpargatas para oponerlas a las autopistas. Tampoco fue una elección casual. En nuestro inconsciente colectivo, las alpargatas están asociadas al hambre, el analfabetismo y la miseria. La derecha de toda la vida solía invocarlas para meter miedo cada vez que la izquierda tenía posibilidades de llegar al poder.

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El tamayazo, que fue el principio de muchas cosas, acabó con la alpargata como arma política pero, aunque ahora esté más de moda Venezuela, sigue ofreciendo un excelente ejemplo del uso y los resultados de la estrategia del miedo. Con la excusa de que la izquierda iba a arruinar a los madrileños, la derecha se alzó con el poder para arruinarnos a conciencia. Entonces la trampa funcionó, porque la economía marchaba bien y la corrupción no se había institucionalizado, pero los españoles deberíamos haber aprendido algo de nuestra propia ruina. Como mínimo, que los responsables de esta situación deberían tenernos miedo, en lugar de pretender inspirárnoslo.