En la mente del creador más loco de la televisión americana

Madrid

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Ryan Muprhy, americano de 49 años, se ha convertido en una de las mentes más brillantes, excéntricas y polémicas de la televisión americana. Guionista, productor y director, la pequeña pantalla ha impulsado su carrera creando una marca propia. Se dio a conocer con la serie Nip/Tuck, la polémica historia de dos cirujanos plásticos en Miami donde ya pone patas arriba temáticas como la familia, las adicciones y el sexo, la base de su universo.

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• Estreno este domingo en Fox a las 23:30h

Después vendría 'Glee', la comedia musical adolescente que arrasó en sus primeros años y que también mostraba de forma más recatada temas como las primeras relaciones sexuales y la discriminación. Además ha dirigido la cancelada 'The New Normal', sobre una pareja gay y una madre de alquiler, y este año se ha puesto al frente de la TV Movie para HBO 'The Normal Heart', sobre la irrupción del sida en la comunidad gay con Mark Ruffalo, Matt Bomer, Julia Roberts y Jim Parsons.

Pero a Murphy se le identifica desde hace cuatro años con ‘American Horror Story’. La antología de terror que ha ideado junto a Brad Falchuk sorprendió a crítica y audiencia en su primera temporada y generó un público fiel que crece cada temporada.

¿Cómo es el universo de Ryan Murphy?

En el programa ‘The Writer’s Room’ (Sala de guionistas), que emite Canal + Series, el creador desvela alguna de las claves de su complejo mundo. “Tengo algunas obsesiones raras que no entiendo por qué las tengo, algo que ha ido calando a lo largo de los meses y se ha convertido en obsesión”, explica Murphy al contar que traslada parte de su mundo personal a la ficción.

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El sexo y la violencia son dos ejes clave de esta antología. El director siente frustración por la doble moral americana al censurar imágenes -“Puedes cortarle la cabeza a alguien pero sus pezones tienen que estar tapados”, comenta entre risas-, pero se alegra del renacer del terror. Murphy y Falchuk vinculan este éxito a épocas de agitación económica y social y creen que la estructura elegida, una historia para cada temporada, permite que el género funcione.

Bajo esa estética bizarra y trash, con criaturas extrañas y personajes atormentados, subyace en toda su ficción una denuncia social y una reivindicación de las minorías frente a la discriminación.

Cuatro años de locura

American Horror Story

La primera temporada tiene el trasfondo de la infidelidad, y en ella una familia en crisis se muda a una casa encantada en la que pronto se encontrarán con los antiguos residentes. Todo el vecindario resulta terrorífico, empezando por su vecina, Jessica Lange más misteriosa que nunca, y acabando con un hombre enfundado en un traje de látex negro. Los antiguos habitantes, que usaron la casa para escalofriantes experimentos, les hacen la vida imposible.

American Horror Story: Asylum

En la segunda temporada, Murphy nos traslada a una institución mental de los años 60 donde se juntan monjas tiranas, asesinos amnésicos, médicos nazis, psiquiatras perversos y una periodista lesbiana... No falta ni Anna Frank. La entrega más escalofriante está llena de violencia, criaturas extrañas, exorcismos, terapias de electroshock y como siempre, sexo y mucha provocación.

American Horror Story: Coven

La tercera temporada es la menos terrorífica de la antología, la más light y cercana quizás a ‘Glee’. El último clan de brujas de la actualidad, situado en Nueva Orleans, busca una nueva lideresa entre guerras generacionales, saltos locos en el tiempo, muchas torturas, muchas resurrecciones y unas brujas que no pierden el estilo ni a punto de morir.

American Horror Story: Freak Show

En esta cuarta temporada, que estrena este domingo en España Fox, viajamos a un circo de los horrores, lleno de cuerpos deformados, con Evan Peters con unos dedos como pinzas de langosta, una mujer con tres senos o Kathy Bates con barba… Todo el sarao lo organiza, como no, Jessica Lange como una artista frustrada que comanda este espectáculo tan loco para el que recluta como cabeza de cartel a Sarah Paulson con dos cabezas que no se llevan muy bien.