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¿Desviación o devoción? Las otras formas de excitarse

El amplio mundo de los fetiches abarca desde la obsesión por los zapatos hasta el sexo con peluches

Tacones, foto recurso.(Getty Images)

Tacones, foto recurso.

La RAE define el fetichismo como una "desviación sexual que consiste en fijar alguna parte del cuerpo humano o alguna prenda relacionada con él como objeto de la excitación y el deseo". No hay una postura clara de la psicología para determinar en qué punto está el límite de lo patológico, pero las posibilidades son tan amplias como lo que la imaginación abarque.

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No se sabe si el fetichista nace o se hace, lo que está claro es que las opciones son infinitas y aquí, como en tantos otros aspectos sexuales, no hay reglas escritas. Si bien hay ciertos fetichismos, como el de los pies o la lencería, que poco a poco han pasado a formar parte de esa nebulosa llamada normalidad, son muchos los que se echan las manos a la cabeza cuando les hablan de otros menos frecuentes.

Uno de los más escandalosos, y seamos francos, y de los más difíciles de llevar a la práctica, es la hematofilia, que consiste en obtener placer del uso sexual de la sangre humana. Se conoce como fetichismo vampírico e implica lamer o beber la sangre de tu compañero de juegos.

También encontramos quienes se estimulan con el cosquilleo que le producen los insectos, siendo las hormigas los preferidos, lo que se denomina formicofilia. Menos problemas para encontrar pareja tienen quienes gustan de la agalmatofilia, o lo que es lo mismo, aquellos que se excitan y sienten atracción por las estatuas.

Hay parafilias que son difíciles de llevar a la práctica (e ilegales en muchos casos), como la vorarefilia, que consiste en obtener placer de la idea de comerse, ser comido u observar mientras se comen a otra persona.

Además encontramos fetiches cuanto menos curiosos, como la plushofilia, consistente en tener sexo con animales de peluche, el tecnosexualismo o la fantasía de practicarlo con robots y la tricofilia, cuyo placer se obtiene con el pelo, ya sea propio o ajeno.

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