Treinta veces Hewitt
Rapidez, esa es la palabra que ha acompañado y acompañará a Lleyton Hewitt toda su carrera. El jugador australiano logró en la hierba de Newport su trigésimo título como profesional, un trofeo que cobra mayor valor si se tiene en cuenta que lo ha logrado a los 33 años y cuando la luz de su carrera parecía empezar a apagarse.
Un torneo menor, casi minoritario, Newport. Un jugador, Lleyton Hewitt. Cuando uno habla de hierba rápidamente piensa en el rubio australiano, casi nadie apura año tras año la corta temporada de hierba como él, ni siquiera Feliciano López, que descarta viajar a Newport. Cruzar el charco no merece la pena para un torneo que solo marca el final de la hierba. Es un torneo para estadounidenses y especialistas. Y allí que fue Lleyton.
Después de dos más que discretas actuaciones en Queens y Wimbledon, Newport es una de las últimas paradas en las que Hewitt se puede considerar favorito. A su edad, la hierba y la rapidez de los puntos le va como anillo al dedo. Tras un inicio dubitativo, elimina a Harrison en tres sets y se deshace del sacador Pavic por la vía rápida. El viejo roquero no está para bromas y termina por dejar en evidencia el tenis local al destrozar en cuartos y semis a dos de los jovencitos en los que EE UU tenía ciertas esperanzas. Se carga a Johson y a Sock.
La final es sin embargo de otra época, un partido con un aroma especial. El rival es Ivo Karlovic otro trotamundos aunque con menos pátina de campeón. Lleyton sabía que era el partido que podría cerrar una carrera, en su superficie y frente a un sacador consumado, un escenario ideal para mostrar los últimos coletazos de su electricidad, la energía que doce años antes le llevó a ganar en Wimbledon.
Y lo hizo, lo hizo como se supone que debe ser en hierba y con un rival como el croata, en el tie break. Restando como un felino, apretando los dientes, voleando, atacando, como siempre lo hizo Hewitt. Una victoria que nos devolvió por un día a un tenista único y que en su época dorada marcó el inicio de la era más gloriosa y dorada del tenis. Tras él vino Federer.
