Iniesta y Silva marcan la ruta a Brasil

Último examen del combinado de Vicente del Bosque en tierras españolas, antes de la gira de preparación estadounidense y, por extensión, de la cita mundialista. Una prueba sin parte del grueso vencedor en Sudáfrica, con madridistas y rojiblancos recuperando piernas. La ocasión de ver caras nuevas, de sentir la fuerza que genera la ilusión de debutar o querer demostrar muchas cosas en poco tiempo. Todo ello, un día antes de que el seleccionador nomine a sus 23 elegidos | El directo del partido.

Encuentro de contrastes, de jugadores perjudicados por el esfuerzo final de liga, con el depósito a medio gas, necesitados de una mini pretemporada. Pero a la vez, oportunidad para aquellos que no se pueden reservar nada con billetes todavía sin asignar y destino: Brasil. Casos como el de Mata, Cazorla, Iturraspe, Torres, Moreno o el jovencísimo Deulofeu.

Contra Bolivia y con la seguridad de jugar en casa, en el Sánchez Pizjuán, el mayor enemigo de España era la propia España. La idea de salida se hizo efectiva en la práctica y el equipo rojo contó con la fidelidad del cuero. Sin embargo, la situación de control dejaba paso a un fútbol estéril, sin profundidad, solo sorprendido por las tímidas incorporaciones de los laterales y los disparos de Torres y Pedro. Dos de los jugadores más participativos dentro de la escasa presencia ofensiva del total.

La primera parte se cerró con las dos llegadas más peligrosas del combinado español. Un sutil toque de interior que pegó en el poste boliviano, obra de Azpilicueta, y un paradón de Quiñónez a cabezazo de Javi Martínez. Lo mejor de una primera parte algo fría donde destacó el sentido de Mata y la posición de Iturraspe, el eje sobre el que pivotó todo el equipo. Algo a lo que quizás no estén acostumbrados en el resto de España pero que, en Bilbao, en la Catedral, es la tónica de cada fin de semana. Utópica, su presencia en el Mundial, y aun así se postula como un proyecto de futuro para sustituir la ascendencia vasca de Xabi Alonso.

Los titulares marcan las diferencias.

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España gana cuando introduce el factor de la velocidad mental. Lo que la ha hecho grande. Convive entonces en un hábitat donde pocas especies pueden sobrevivir. Un fútbol autómata, pensado antes de ser ejecutado y muy difícil de contrarrestar, imposible si Iniesta, Silva y Cesc son los que se asocian.

Así ocurrió en los segundos cuarenta y cinco minutos, con Vicente del Bosque dando entrada a varios de los pesos gordos del equipo. Cesc, Busquets, Silva, Albiol e Iniesta por Piqué, Mata, Xavi, Cazorla y Torres. Una revolución que, sin esfuerzo por la contundencia de los nombres, partió el campo, ahora ya muy desigual.

Más con el infantil penalti de la zaga boliviana que empujó a Javi Martínez y permitió que Torres, casi un año después, volviese a marcar con España. Con un guiño a Panenka incluido, demostración de su confianza con la Roja. Para entonces los titulares, en esta ocasión reservas, ya habían tomado el mando y se estaban divirtiendo desde el esfuerzo conjunto y la presión adelantada.

Robaba España muy arriba, nerviosa por conseguir goles, ansiosa por lograr cosas positivas antes de Brasil. Superó con creces el nivel de la primera parte, justificando la entrada a toda la afición sevillana. Se asociaron los mejores y las bandas quedaron abiertas, en manos de Moreno y Azpilicueta que remató al lateral de la red una gran ocasión.

El partido murió con Bolivia infartada, sin poder pasar del centro del campo y mucho menos, dispararar una sola vez a portería. Iniesta y Silva volvieron loca a la zaga sudamericana y con toda la tranquilidad del mundo, el manchego puso la guinda con un gran gol de clase. De talento por colocación, sin ceñirse al lanzamiento y dando máxima cobertura al sentido futbolístico español. El mismo que debe viajar con garantías a Brasil porque con este juego es difícil no acercarse al éxito del último gran torneo.

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