Guillermo García-López, el tenista sin apéndice
Pese al acicate moral de jugar con España por primera vez, su tenis no fluía. En Sao Paulo y Buenos Aires volvió a caer en primera ronda en ambas citas, estaba a punto de salir de esa élite que conforman los 100 primeros del ranking. Días después, de vuelta en Alicante para seguir entrenando, un ataque agudo de apendicitis se cruzó en su camino dejándole fuera de toda opción de viajar a Indian Wells y Miami. Era un invierno negro.
Tres semanas de baja y una cicatriz después, ‘El Tuberías’ se puso de nuevo el mono de trabajo y se marchó a Casablanca en busca de sensaciones. Y lo consiguió. Llegó a cuartos de final ganando dos largos partidos a tres sets a Gimeno Traver y Roger-Vasselin. Cayó con Wawrinka con claridad, pero en una semana y tras tres meses horribles, Guillermo había ganado más partidos que en el resto del curso.
La pasada semana se fue al Challenger de Roma, descartando jugar la previa de Montecarlo. Lo importante era jugar, y a ser posible, mucho. No eran rivales de gran entidad, pero sólo el alemán Reister le pudo apartar del trofeo. Ya estaba listo para volver a los torneos ATP.
Bucarest, un torneo muy proclive a triunfos españoles era su siguiente parada. Desde el lunes hasta hoy, el rodense ha eliminado a Zeballos (que ganó a Nadal en Viña del Mar), Stakhovski, y hoy a Tipsarevic (décimo jugador del ranking) en otro largo partido bien trabajado. El jugador sin apéndice buscará mañana frente a Florian Mayer su segunda final en dos semanas, su segunda final desde que no carga con el apéndice.