El bombardero de Nebraska y su dulce final
Ocurre bastante en las películas americanas que en pleno tiroteo el policía cuenta las balas que ha gastado el ladrón. También ocurre a menudo que se le olvida contar la bala de la recámara. Así está ahora mismo Del Potro en su partido frente a Roddick, el americano jugará el último partido de su vida profesional este martes, siempre que el argentino le venza.
Se da la casualidad de que Juan Martín del Potro ya vivió una situación parecida frente a Marat Safin hace ya algunos años en el Masters de París. Y en aquella ocasión el argentino le dio el tiro de gracia al ruso. Ahora se mide a un rival que ha anunciado al final del propio torneo en curso, que lo hace en casa, en el único grande que ha ganado y la inyección de heroicidad que supone jugar cada partido como si fuera el último.
Atrás quedan en la carrera de Roddick grandes e históricos partidos que forjaron la carrera de un número uno simpático, buen perdedor y con un servicio que empezamos a conocer cuando eliminó en 2001 a Micheal Chang en segunda ronda de Roland Garros. Más allá de la breve trascendencia del partido, el joven Andy eliminó en cinco sets a un jugador que había ganado en París, con más experiencia que él y condiciones para jugar en esa superficie.
Aunque es verdad que la carrera de Roddick quedó algo frenada con la eclosión de otros grandes como Safin, Federer o el propio Nadal, el jugador de Nebraska ha sido durante más de diez años el buque insignia y gran dominador del tenis estadounidense. Doce años después de su debut en el circuito, Roddick dejará el tenis siendo el mejor de sus compatriotas en el US Open, quién sabe si mejor de lo que cualquiera habría podido esperar.
